Por tanto, la principal diferencia entre pedir un préstamo hipotecario y un préstamo personal suele estar en la finalidad. En el caso del préstamo hipotecario, su único fin es la compra de un bien o terreno que se va a edificar. Y el caso del préstamo personal puede destinarse a la adquisición de cualquier producto de consumo, incluso a la compra de una vivienda. “En España nos puede parecer impensable comprar una casa con un préstamo al consumo porque sus tipos de interés son más altos y las entidades financieras no conceden cantidades tan altas como las necesarias para comprar una vivienda”, señala el director de Hipotecas de iAhorro, Simone Colombelli.

Eso sí, pedir un préstamo personal solo nos podría salir rentable “en función de lo que cueste la vivienda”, añade el portavoz del comparador hipotecario, que explica además que esto es así porque “el tipo de interés de un préstamo al consumo es más elevado, ya que ronda entre el 5% y el 8%, frente al 2% o 3% en el que se sitúan ahora las hipotecas fijas”. No obstante, Colombelli también admite que “en el préstamo personal los costes son más bajos porque el único coste fijo que tendría que pagar el usuario a la hora de pedirlo sería la intervención del notario, cuyo arancel es de un 0,3% del dinero solicitado”. Eso sí, a este habría que sumar, en función de la entidad bancaria, una comisión de apertura, que de media está en el 2%, o una de cancelación anticipada de entre el 0,5% y el 1% si se paga la deuda antes de tiempo.

Otra de sus grandes ventajas es que ahorras tiempo y las explicaciones que hay que dar al banco para que te concedan este tipo de préstamo son mínimas. “A la hora de tramitar un préstamo personal va a ser más rápido ya que la documentación que piden las entidades es muy básica: salario, contrato laboral y datos personales. No se pide información exhaustiva del bien que se va a adquirir. Sin embargo, en el préstamo hipotecario se hace un análisis más exhaustivo del riesgo del cliente”, destaca el director de Hipotecas de iAhorro.

La hipoteca permite pagar cuotas más bajas durante más tiempo

No obstante, “lo más habitual es que la financiación hipotecaria sea sustancialmente más económica que la financiación mediante un préstamo personal”, asegura el responsable de Marketing de Banco Mediolanum, Alessio Zambón, que añade que “esto es así dado que, evidentemente, en caso de impago del préstamo, la garantía de cobro para la entidad financiera es muy diferente”. Además, es el banco el que decide qué tipo de interés le ofrece a cada usuario en función de su perfil: estabilidad laboral, salario mensual, patrimonio o aval, son solo algunos factores a tener en cuenta.

Según Alessio Zambón, “la hipoteca permite disponer de importes más elevados y plazos más largos, además de cuotas mensuales mucho más asequibles, en comparación con los préstamos personales en plazos más cortos” y, en caso de impago, “el préstamo hipotecario aporta una garantía a la operación (la vivienda), por lo que el riesgo para la entidad que lo concede es inferior”, dice el responsable de Marketing de Banco Mediolanum, que añade que “en un préstamo personal, la entidad no tiene una garantía concreta, por lo que el titular deberá hacer frente al mismo mediante sus bienes presentes y futuros”.

No obstante, pedir un préstamo personal para la compra de una vivienda sería mejor para el cliente “en situaciones en las que tenga que hacer frente a una necesidad de liquidez temporal, es decir, si, por ejemplo, tiene previsto vender una vivienda con la que va a reducir en un breve plazo de tiempo la deuda contraída”, añade Zambón.

Préstamo personal para viviendas de menos de 100.000 euros

Para verlo más claro, desde iAhorro lo explican con un ejemplo. En el caso de necesitar 50.000 euros para comprar una vivienda (que es el importe mínimo que fijan los bancos para conceder una hipoteca), si nos ofrecen un préstamo personal con un TIN del 7,09% a un plazo de amortización de 8 años nos interesará más que una hipoteca fija con un tipo de interés del 1,78% con un plazo de 20 años para devolver la deuda. ¿Por qué? En el caso del préstamo personal pagaríamos al final 66.806,90 euros, mientras que con la hipoteca el coste total ascendería hasta los 69.645,68 euros. En este coste, además de los intereses, están incluidos en el caso del préstamo personal el 2% de comisión de apertura media (en caso de que la hubiera) y el 0,3% de notario y en el caso de la hipoteca, el 10% de gastos de gestión.

Siguiendo el ejemplo anterior, también hay que tener en cuenta las cuotas que se pagarían cada mes. En el préstamo habría que afrontar un pago mensual de 683,93 euros mientras que en la hipoteca solo se pagarían 269,36 euros. Por ello, en la elección también influye la capacidad de pago del usuario y el riesgo de endeudamiento. El límite que pone el Banco de España para destinar a vivienda se sitúa entre un 30% y un 35% del salario neto mensual, por lo que si se cumple esa premisa no habría ningún problema para pedir un préstamo personal, aunque en caso de incumplimiento el banco denegaría la operación sin dudarlo.

El director de Hipotecas de iAhorro finaliza, por tanto, que “una vivienda que esté entre los 30.000 y 100.000 euros está por debajo de la media nacional de créditos hipotecarios (según el INE, en julio se situó en 146.445 euros) y podría ser una buena opción para pedir un préstamo personal”. Eso sí, añade Colombelli: “La decisión se debería tomar en función de la capacidad de pago y de endeudamiento de la persona que adquiere el préstamo y una vez realizada la comparación”.