EN CONTRA

Mónica Calzetta, ajedrecista mallorquina: «Soy pacífica, pero mis partidas de ajedrez son un infierno»

Mónica Calzetta (Ginebra, 1972) llegó siendo niña a Mallorca, desde donde se convirtió en la primera Gran Maestra Femenina de Ajedrez española, siete veces campeona de España y catorce veces olímpica. Acaba de proclamarse campeona de Mundo en la categoría Senior+50 y seguirá compitiendo. También lo enseña.

Mónica Calzetta, ajedrecista mallorquina.

Mónica Calzetta, ajedrecista mallorquina. / Guillem Bosch

Matías Vallés

Matías Vallés

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Ha jugado hoy?»

No, veo partidas de ajedrez a diario pero prefiero las presenciales a online porque no me las tomo tan en serio, aunque han supuesto una revolución. Una sola plataforma cuenta con 150 millones de jugadores.

Un deporte no es.

Para mí, sí, pierdo dos kilos en cada competición. Tiene reglas y puntuación deportivas, se disputa con mucha tensión, y una partida te agota porque el cerebro también gasta energía. El ajedrez debería ser olímpico.

La mente trasciende a otra dimensión.

Me desconecto totalmente. He tenido problemas familiares recientes, y logro abstraerme en las partidas. La serie Gambito de dama ha sido fundamental para reflejar la emoción del ajedrez, con las piezas en movimiento.

Las niñas prefieren hoy jugar al fútbol.

Ojalá ocurra con el ajedrez lo mismo que con el fútbol femenino, para que las niñas tengan un espejo donde mirarse. La protagonista femenina de Gambito de dama ha sido una inspiración, porque solo el diez por ciento de los jugadores somos mujeres ahora mismo.

¿Siempre abre con peón de rey porque es monárquica?

Todas mis partidas comienzan con peón de rey, pero no soy monárquica. Ese movimiento es una declaración de intenciones, para el juego incisivo que me caracteriza. Soy tranquila y pacífica, pero mis partidas son un infierno. Me felicitaron por haber tenido solo unas tablas en un torneo de once confrontaciones.

La Gran Maestra de la apertura siciliana.

En la variante del dragón, porque me gusta la parte artística del ajedrez, crear posiciones aunque puedes pagar un precio por dar belleza a una partida. A veces se me va la mano.

Rafael Nadal juega al parchís.

Alcaraz es ajedrecista, ha disputado competiciones y dice que el ajedrez le ha ayudado a anticiparse a su rival. Se lo recomiendo a Nadal, que para mí ha sido un referente por su espíritu de lucha.

El machismo es imposible ante un tablero.

No cabe machismo en una partida, hay un poco más en el mundo federativo.

En ajedrez, la reina mata y el rey solo muere.

Me gusta más el papel de la dama, y sus movimientos fueron ampliados en honor del dinamismo de la reina Isabel la Católica. Esta pieza solo podía dar antes tres pasos en todas las direcciones.

¿Resuelven las riñas ante el tablero con su marido Sergio Estremera, que es Maestro Internacional?

También es mi entrenador desde hace 23 años. No solemos jugar juntos, pero sí analizamos partidas en pareja. Está muy orgulloso de lo que hemos logrado.

Mi más grande sigue siendo Bobby Fischer.

Sí, muy agresivo, pero me impresiona el juego de Rubinstein a quien nadie recuerda. Y me formé con Kasparov y con Judit Polgar. La admiro muchísimo, se retiró para fundar una familia, tal vez un hombre no lo hubiera hecho.

Dedicar horas al ajedrez solo sirve para jugar mejor al ajedrez.

Para nada. Una infinidad de exalumnos míos reconocen que les ha ayudado en profesiones muy diversas. Sirve para analizar, ganar en flexibilidad, y plantearse los objetivos con calma, sin precipitaciones. No me gusta equivocarme, y el ajedrez ayuda a ser objetivo y a estar dispuesto a cambiar. Stephen Hawking destacaba en el ser humano «la habilidad de adaptarse a las transformaciones».

¿Qué le pasó al menorquín Francisco Vallejo?

Es un genio, y ha seguido evolucionando. Tal vez no ha tenido el apoyo necesario para llegar más alto, pero sigue siendo el mejor ajedrecista español. Paco tenía trece años cuando jugué contra él, y me impresionó su análisis posterior de la partida.

¿Un alfil vale más que un caballo?

Valen lo mismo, pero me divierto más con el caballo, porque es sorprendente y protagoniza jugadas espectaculares.

¿Alguna vez lamenta el tiempo invertido en su obsesión?

No es una obsesión, es una pasión. Nos ha hecho un flaco favor la figura cinematográfica del ajedrecista psicópata, también ahí ha servido Gambito de Dama porque la protagonista sale de sus problemas a través del ajedrez. Soy muy afortunada por haber encontrado este deporte, y desde luego que no me siento fuera del mundo.

¿Dice «comer» o «matar»?

Digo «capturar».

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