Final del Mundial femenino

La España que aspiramos a ser busca la gloria mundial en la final ante Inglaterra

Podrán ganar o perder este domingo, pero las jugadoras de la selección ya han dado una lección de la que todo el país debería aprender

Alexia Putellas hace un control durante el entrenamiento de la selección española previo a la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda.

Alexia Putellas hace un control durante el entrenamiento de la selección española previo a la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. / RFEF/PABLO GARCÍA

Sergio R. Viñas

Aunque España pierda este domingo la final del Mundial contra Inglaterra (12.00 horas, La 1), España habrá ganado. Y no hay en esta frase inicial paradoja ni contradicción aunque así lo parezca, pues el sujeto, polisémico, describe dos realidades distintas. Está, por un lado, el resultado que pueda obtener la selección española de fútbol en Sídney; por el otro, el retorno que está obteniendo este país del puñado de mañanas que ha pasado este último mes con el televisor encendido.

Porque más allá de los goles, de los muchos marcados y de los algunos recibidos, lo que las jugadoras de Jorge Vildaestá representando es el ejemplo más genuino de la mejor España que aspiramos a ser algún día. Estamos lejos de ser un país perfecto, como ellas están lejos de ser un grupo humano perfecto, pero ellas son nosotros mismos en potencia.

Con nuestros celos, nuestras envidias, nuestras diferencias, nuestras discusiones, nuestros órdagos a la grande y a la chica. Con todos nuestros inmensos defectos como sociedad. Pero también con virtudes en extinción en el enjambre social y político que nos ha tocado vivir: la capacidad de perdonarse, de escucharse, de trabajar unidas por un bien común, de superar sus diferencias y mirar hacia delante sin reproches.

"Un modelo a seguir"

"Son un modelo a seguir, un espejo en el que mirarse", decía con inmensa razón Luis Rubiales en la entrevista concedida a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA y el resto de diarios de Prensa Ibérica. Y lo son por muchas más cosas que su habilidad por el balón que, al final, queda sujeta a un cúmulo de pequeños detalles: un balón que puedo entrar y no lo hizo, una entrada que pudo ser roja y no lo fue, un penalti que pudo ser pitado y no lo fue.

Salma Paralluelo celebra su gol contra Suecia en semifinales.

Salma Paralluelo celebra su gol contra Suecia en semifinales.

Pero más allá del fútbol, este grupo humano nos ha enseñado que es posible (y hasta exitoso) aparcar las diferencias a un lado para construir entre todas un futuro mejor, algo que jamás veremos en el Congreso de los Diputados, ese premeditadamente desordenado almacén de nuestra soberanía, como en tantos otros espacios de nuestra crispada sociedad.

Aquella rebelión (o motín, o reivindicación, cada cual que elija el sustantivo) de las conocidas como 'Las 15' pudo ser un punto sin retorno, pero las partes implicadas se afanaron en escucharse y en ceder en sus máximos para que acabara siendo una catarsis positiva. Entre tanto, oportunidades para nuevas jugadoras que hoy son piezas clave de esta selección.

Nadie les pide que sean perfectas

Sí, por el camino se quedaron, por voluntad propia, jugadoras como Mapi León o Patri Guijarro, estrellas mundiales. Y en su derecho están de hacerlo, pero un puñado de respetables decisiones personales no distorsionan la contrastada capacidad de unión del colectivo. Una unión que, en muchos casos, quizá sea más instrumental que emocional, más interesada que sentida. Pero nadie les pide que sean perfectas, como nadie pide que este país sea perfecto. Solo más tolerante, más justo, más unido. Mejor.

Aitana Bonmati junto a Jorge Vilda en un partido del Mundial femenino.

Aitana Bonmati junto a Jorge Vilda en un partido del Mundial femenino. / EFE

Este grupo de jugadoras es una muestra de que es posible conciliar la vida familiar con la personal, ahí están Irene Paredes e Ivana Andrés, acompañadas en Australia y Nueva Zelanda por sus hijos, como muestras. Que ser madre nunca puede ser un impedimento para desarrollar una carrera profesional plena. Que diferentes orientaciones sexuales pueden convivir con plena naturalidad en un grupo deportivo sin que nadie pregunte por ellas, ni hacia dentro ni hacia fuera.

Por descontado, esta España es también una expresión del poder del feminismo como no hay otro. Los habrá (los hay) más trascendentales, más duraderos y más relevantes para el presente y futuro de las mujeres y, por extensión, de toda nuestra sociedad, pero quizá ninguno con el eco y la potencia mediática que está teniendo esta selección. Ellas pueden llegar tan lejos como ellos y lo triste es que, en pleno 2023, todavía sea procedente dedicar un párrafo a esta cuestión, porque aún queda quien no lo cree así.

Referentes imprescindibles

Y después, claro, está el éxito deportivo cosechado en Australia y Nueva Zelanda que, ganen o pierdan este domingo, sin duda permitirá que más niñas se interesen por el fútbol, pues están viendo en Aitana Bonmatí, Cata Coll, Jenni Hermoso, Salma Paralluelo o, por supuesto, Alexia Putellas, referentes en los que fijarse. Prepárense para leer en septiembre reportajes sobre el crecimiento exponencial de las niñas inscritas y federadas en clubes de fútbol en toda España. Los habrá a patadas.

Alexia Putellas y Jenni Hermoso lloran de alegría tras clasificarse para semifinales.

Alexia Putellas y Jenni Hermoso lloran de alegría tras clasificarse para semifinales. / PABLO GARCÍA/RFEF

Esta España está mejorando nuestra España y a eso es a lo que deberíamos aspirar cuando etiquetamos a las selecciones nacionales de los diferentes deportes como representantes de nuestro país, de nosotros mismos. La utilidad social sigue siendo una responsabilidad ineludible del deporte de alto nivel, por mucho que dictaduras como Arabia Saudí se lo quieran apropiar. Y esta selección está cumpliendo de sobra con su misión.

Y, además, quizá ganen el Mundial. Esperemos que así. Pero sin olvidar que España ya ha ganado.