Cuando compartíamos club, Gabriel Subías era el jugador que bajo ningún concepto querías en el equipo contrario. Pegajoso, inagotable, siempre al límite, obligándote a un esfuerzo suplementario. En fin, nada nuevo para quien haya seguido su carrera con linajes tan ilustres como Barceló, Fluxá o Carlyle. Cuando fui el peor jugador de los mejores equipos mallorquines, Guillem Boscana me ofreció las riendas de base de un equipo "que es mi tercer hijo, soy un hooligan, y eso no se olvida. Saldada la deuda emocional a dos bandas, entremos en harina.

Boscana es el inventor del Imprenta Bahía o como se llame ahora. El club es su única obsesión, "en casa solo se habla de baloncesto. Subías es el ejecutivo agresivo que ve en el ascenso a la ACB "este año, porque es ahora o nunca" del B the travel brand la culminación de sus sueños juveniles.

-Perdone pero, ¿cuál de los dos es el jefe?

-Que responda Boscana: "El término jefe no es adecuado, pero sí, Subías es un jefe en pocas palabras". O que replique Subías: "El título no me importa, pero Boscana confunde mandar con encerrarse en sí mismo".

Sigamos. El modelo de Boscana supone vagar sin sobresaltos por categorías secundarias, sin ascender nunca a la ACB pero ahorrando hasta el último euro "porque es la única manera de subsistir, los hechos me avalan". Para Subías se trata de subir como su propio nombre indica o morir en el intento. Para ello, elaboró la planificación más sofisticada que nunca se haya soñado en Mallorca. Un dosier exhaustivo, donde se comprobaba que el ascenso desde la LEB oro cuesta un millón y medio de euros, donde ya se planteaba el coste de 300 mil euros para adaptar Son Moix a las exigencias de la primera liga estatal.

Los libros de management rebosan de conflictos entre la propiedad anticuada y los ejecutivos vertiginosos, que revolucionan el proyecto hasta colocarlo al borde del suicidio. Esta guerra se ha reproducido en el B the travel brand, y su diagnóstico equilibrado es más fácil de lo que parece. El estancamiento que predica Boscana solo es preferible a la locura desatada por Subías si el segundo no cumple con lo prometido.

La pregunta es muy sencilla, ¿los nuevos rectores han creado un equipo a la altura de sus quimeras? Veamos, el quinteto titular del B the travel brand es el mejor de la LEB Oro o como se llame esa categoría de la que se debe huir a toda prisa. Y el quinteto reserva es el segundo más potente de esa liga, que tampoco es decir mucho. Cualquiera de ellos solo debería perder con el otro, y un resultado diferente obligaría a penalizar a los jugadores implicados. Antes de que me recuerden que esa invencibilidad no ha tenido lugar, les replicaré que quizás ustedes pretenden que Subías salte a la pista.

Y conviene recordar que las aspiraciones están prácticamente intactas, pese a las melladuras. El cisma irresponsable entre los fundadores y los ejecutivos del ambicioso proyecto ha estallado en la semana que se cierra con el choque crucial ante el líder Valladolid. Por tanto, y sin más dilación, aquí no hay análisis ni reflexiones que valgan, solo un imperativo categórico: Señores Subías y Boscana, déjense de niñerías y asciendan al maldito equipo a la ACB.

Pero no vamos a escamotear la pregunta fundamental, ¿por qué ha perdido seis encuentros el B the travel, la mayoría en casa y ante rivales debiluchos? Me basaré en las fichas técnicas de la veintena de encuentros disputados, para concluir que la culpa recae abrumadora sobre el entrenador y los jugadores. No han aplastado nunca a enemigos a quienes debían tronchar por treinta puntos de ventaja, han acumulado desventajas de veinte puntos frente a adversarios que no se creían lo que estaba pasando, las estrellas mallorquinas nunca obtienen veinte puntos, ha habido jugadores rivales que han marcado más puntos en Son Moix que durante el resto del campeonato. El equipo de Subías y Boscana nunca se ha encontrado a gusto. Veíamos el Melilla-B the travel con Sebastià Adrover por ordenador y se nos saltaban las lágrimas.

Tengo una imagen grabada en la cabeza. En el B the travel brand-Alicante del pasado domingo, un jugador alicantino lanza un triple desde la esquina izquierda. No tiene ningún defensor a un metro, ni a dos metros, ni a tres. Y así sucesivamente. En un mundo de hombres de honor, los jugadores mallorquines y su entrenador hubieran renunciado a sus puestos tras esa exhibición de desidia.

Subías tiene una fe ciega en el técnico Félix Alonso, muy peligroso porque pertenece al gremio de los picos de oro. "¿Qué jugadores ficharías para ascender?", le planteó el primero al segundo. Y los contrató a casi todos, ni Mourinho ni Guardiola pueden hoy exigir lo mismo. El rendimiento obtenido ha sido exiguo, cuando no lamentable, y hasta un futbolista puede conseguir un porcentaje de tiros libres aceptable con algo de práctica.

Subías asegura que morirá con Alonso, que es lo que decimos todos cuando sabemos que nos hemos equivocado. Se insiste en que el entrenador es un excelente gestor de figuras con ego, pero esta aparente virtud decae si supone únicamente que reparte minutos para no irritar a los divos. Repasemos una asignación típica a los dos bases, 19' 30'' y 20' 30''. Efectivamente, la garantía de que nadie se vaya a la ducha molesto.

Con los bases hemos topado, la clave de la temporada. Subías sabía perfectamente que eran su apuesta mas arriesgada, pero se plegó de nuevo al criterio del entrenador. El resultado es deficiente, con dos repartidores pero no asistentes y la añoranza del base negro, con independencia del color de su piel. En cambio, no me atrevo a responsabilizar a nadie de haber contratado a un independentista que vino a Mallorca por 80 mil euros y se encuentra a estrenar.