El Roland Garros quizá es el título más celebrado de los diez que ha logrado esta temporada Rafel Nadal. Es el único Grand Slam de todos ellos y, además, el manacorí lo consiguió demostrando que sabía aguantar la presión cuando todos le incluían en la quiniela de favoritos.

Mariano Puerta se presentaba ante el isleño como una auténtica amenaza porque el argentino se había mostrado como una máquina sobre la pista, aunque había ganado varios partidos de esa semana en el quinto set. El español y el argentino, tal y como se ve en la imagen con sus respectivas banderas, se antojaban igualadas en un duelo en el que si debía existir un favorito, este era Nadal.

El isleño, sin embargo, había derrotado en las semifinales al número uno del mundo y a un rival que sólo parece batible sobre tierra batida, Roger Federer.

Tanto Puerta como Nadal disputaron un choque en el que el favorito era el mallorquín. Y las expectativas se cumplieron porque el joven jugador, que acababa de cumplir diecinueve años, derrotó a su rival por 6/7, 6/3, 6/1 y 7/5.

Nada hacía sospechar que unos meses después, aquel jugador que perdió con dignidad ante el crack del futuro, sería acusado de dar positivo en un control antidopaje.