Entrevista

La escritora Marta Orriols: «La intimidad que exhibimos en redes es el personaje que queremos crear»

La autora de la premiada novela 'Aprendre a parlar amb les plantes' dialogará sobre la intimidad y el proceso de escritura este jueves con la mallorquina Llucia Ramis. Será en el festival En otras palabras, de CaixaForum Palma, a las 19 horas

La escritora Marta Orriols estará este jueves en el festival En otras palabras, de CaixaForum Palma

La escritora Marta Orriols estará este jueves en el festival En otras palabras, de CaixaForum Palma / Pau Cortina

Redacción

Se declara una enamorada del lenguaje intimista. ¿Posibilita al escritor acercarse más al lector?

Creo que sí, que se rompe una barrera. La distancia entre escritor y lector deja de existir. Aunque también depende mucho del lector, ya que tiene que estar dispuesto a meterse en esta intimidad. Pero sí que es un lenguaje que propicia el acercamiento, el recogimiento.

Cuando toca la tecla adecuada, remueve. ¿Es el objetivo?

No me pongo objetivos cuando escribo y menos el de remover. Es una emoción que debe salir sola y va en función de la respuesta del lector. Al final leer y escribir es casi como un diálogo. A veces incluso me ha sorprendido cuando alguien me dice: «Tu libro me ha hecho llorar». Y yo pienso: «¡Ostras!, no era mi intención».

¿Al escribir desnuda su propia intimidad?

Sí. Yo creo que es imposible no hacerlo. Cuando escribes, hagas o no una literatura intimista, sacas mucho de ti mismo. Tal vez no vuelcas tu experiencia, pero sí tu mirada o la manera de posicionarte en el mundo, por lo que de algún modo te desnudas. Muestras lo que piensas a través de algunos de los personajes.

¿Cuándo es limitante?

La intimidad limita cuando eres consciente del hecho de que tienes público. No me pasó con el primer libro porque estaba el atrevimiento de la novedad, el no saber, aunque ya situada en la esfera pública, por pequeña que sea, me limito. No me debería ocurrir y tengo que dejar de pensar en ello debido a que tener al lector presente frena el proceso de escritura. No solo porque corta las alas para decir según qué, sino al pensar en cómo decirlo. Es mucho mejor escribir con libertad.

El dolor convertido en arte fue el tema del festival En otras palabras la semana pasada. ¿Es lo que hizo usted en la novela Aprendre a parlar amb les plantes?

Puede ser, sin ser consciente. Cuando la escribí, me dejé llevar. Era un estado de ánimo que quería dejar ahí dentro. Es una de las cosas buenas que tiene la literatura y el arte en general, poder convertir el dolor en arte, hacer del dolor, que es una experiencia íntima y personal, una experiencia universal. Creo que es el éxito de la ficción. Necesitamos ver historias en el cine, el teatro, la literatura..., donde alguien pone imágenes y/o palabras a profundos pensamientos y sentimientos que uno tiene sobre experiencias de la vida. Con la pérdida y este libro me pasó un poco eso mismo, aunque no es autoficción.

¿Fue sanador?

Tal vez lo fue en el sentido de que la novela se convirtió en un espacio en el que ordenar toda una serie de pensamientos sobre la pérdida. Sin embargo, yo no creo mucho en aquello de que escribir literatura puede ser catártico.

La protagonista, Paula, dice en un momento dado: «Todo lo que compromete la permanencia se puede ir sin avisar». ¿Es bueno ser consciente de forma continua?

Diría que no. Debemos vivir más desenfadadamente, por decirlo de algún modo, ya que de lo contrario estaremos sufriendo siempre. Ser inconscientes del todo tampoco es bueno, claro, aunque a medida que pasan los años uno aprende que la vida transcurre muy rápido, que se puede ir en cualquier momento. Nos cuesta mucho vivir el presente y hay que aprender a hacerlo mejor.

En relación a su última novela, La possibilitat de dir-ne casa, dijo: «Nuestra identidad sexoafectiva se ha convertido en algo muy social, la gente comparte algo que antes era muy íntimo». ¿A qué se debe?

A que vivimos lo contrario de la intimidad. He escuchado en algún sitio el término ‘eximidad’ y es eso, mostrar nuestro mundo interior, sobre todo a través de las redes. Nos hemos acostumbrado demasiado a conocer a los demás por esta vía y no me parece que sea positivo. La intimidad que exhibimos en redes es hasta cierto punto el personaje que queremos crear de nosotros mismos. Da la impresión de que no existimos si no decimos quiénes somos y cómo, aunque en el fondo somos de una manera que es difícil de comunicar. Por eso nos vamos dibujando a través de las fotos que colgamos y las etiquetas que nos ponemos.

Parece que nos convertimos en un personaje de ficción.

Totalmente. A todos nos gusta hacer una narrativa de nosotros mismos, aunque las redes son una trampa porque las utilizamos igual que la ficción. Coges una parte de ti mismo y del mundo que te rodea, recortando el resto, y te montas una historia, un collage de lo positivo de tu vida, pero dejas fuera el resto. Y todo eso que no explicas también forma parte de ti.

La literatura intimista tiene la etiqueta de ser escrita por y para mujeres. ¿Lo cree así?

Lo veo así, aunque no me gusta. Soy muy enemiga de las etiquetas y me irrita un poco toda esta cultura que existe alrededor de la llamada escritura femenina. Antes defendía que había una manera diferente de escribir entre mujeres y hombres, que nosotras poníamos la mirada en algunos detalles que ellos no, pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que no, que es un discurso que me he ido montando. Del mismo modo que no se habla de literatura masculina, no tenemos que poner la etiqueta de literatura femenina a la intimista.

¿Porque los hombres también escriben de ello?

Algunos sí. En general, es verdad que las mujeres han tratado más estos temas domésticos, diríamos, y de las relaciones íntimas porque durante siglos solo han estado en casa y, por tanto, es el mundo que conocen y dominan. Sin embargo, ya no es así, por lo que creo que es muy importante que las escritoras acabemos con todos estos clichés y narremos las experiencias de todo tipo de personajes femeninos.

Empezó con un libro de relatos, el género que dominaba la Nobel recién fallecida Alice Munro, con quien la han comparado. ¿Es uno de sus referentes de su admirada literatura anglosajona?

Muchísimo. Cuando leí que me comparaban con ella pensé, «se han pasado de la raya». Para mí era un tótem y me dio mucha pena cuando murió la semana pasada. Si me encallo en la escritura, recurro a sus libros y me inspira. Sobre todo porque con lo que más disfruto es con la creación de personajes y ella era grandiosa llegando a su alma tras quitarles capas y capas.

Sus novelas son muy visuales. ¿Alguna acabará en el cine?

Me encantaría. Hay interés por una de ellas y cesión de derechos, pero son procesos muy largos que uno nunca sabe cómo terminarán. Sería muy interesante para mí ver cómo se traslada al audiovisual un lenguaje tan intimista, ya que en la escritura no hay ningún límite.

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