Los Bous de Costitx podrían volver a Mallorca en 2025 de forma temporal

Así lo asegura la consellera insular de Cultura y Patrimonio, Antònia Roca, quien se muestra «optimista» ante el regreso de estas piezas de la cultura talayótica con las que se quiere inaugurar las salas de Arqueología del Museu de Mallorca

Los Bous de Costitx están en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid

Los Bous de Costitx están en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid

Los Bous de Costitx, considerados un tesoro patrimonial de la cultura talayótica de Mallorca, podrían volver a la isla en 2025, de forma temporal, con motivo de la inauguración de las salas de Arqueología del Museu de Mallorca. Expuestas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid desde su descubrimiento en 1895, estas tres piezas de bronce viajaron por última vez a Mallorca en 1995, cuando se celebró el centenario de su hallazgo en la finca de Son Corró.

Así lo asegura la consellera insular de Cultura y Patrimonio, Antònia Roca, quien se reunió el pasado mes de noviembre en Madrid con el director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, Isaac Sastre de Diego, a quien se le trasladó esta reclamación histórica. «Sabemos que es complicado, porque los Bous forman parte de la museografía del Nacional de Arqueología, pero ahora que se ha abierto la puerta y también el propio ministro [Ernest Urtasun] ha hecho referencia a esta posibilidad, de que las piezas estén en su lugar de origen, donde fueron halladas, pues reincidimos en esta petición, y pediremos una reunión con el Nacional de Arqueología para que al menos puedan venir cedidos para inaugurar las esperadas salas de Arqueología del Museu de Mallorca».

Optimismo en el Consell

Roca es «optimista» ante el regreso temporal de los Bous de Costitx, «en la reunión percibí que es posible», subraya, aunque muestra su preocupación con la apertura de las salas de Arqueología del Museu de Mallorca: «El presupuesto viene del Ministerio, del gobierno central. Nos dicen que aunque no haya aprobación de presupuesto tienen unos remanentes que van a incorporar para que se pueda ejecutar este proyecto de museización de las salas de Arqueología. Esperemos que así sea porque dependemos totalmente en este caso del gobierno de España. Cuando se produzca esta incorporación del remanente se podrá ejecutar ya este proyecto. Podría ser una realidad el segundo semestre del año que viene».

Las piezas, datadas entre el 500 y el 200 antes de Cristo, fueron descubiertas por Joan Vallespir, propietario de la finca de Son Corró, y posteriormente fueron vendidas al museo madrileño después de que el historiador y arqueólogo Gabriel Llabrés, presidente de la Sociedad Arqueológica Luliana, convenciera a la reina María Cristina de adquirirlas en plena restauración borbónica. La compra se realizó por 3.500 pesetas.

Su origen

Sobre su origen planean algunas sombras. Se dice que las tres cabezas de bronce podrían ser los mascarones de proa de naves cretenses, que en la época citada mantenían una notable presencia en las rutas marítimas del Mediterráneo. Tal vez los piratas mallorquines asaltaron las naves llevándose como botín los tres toros, que utilizaron como elemento de culto. En la cultura talayótica mallorquina no estaba desarrollada la industria del bronce, por lo que difícilmente se podrían haber elaborado unas cabezas tan logradas como las halladas en la finca de Son Corró en 1895. 

Maria Llompart y Catalina Vallespir, descendientes de los propietarios de la finca Son Corró

Maria Llompart y Catalina Vallespir, descendientes de los propietarios de la finca Son Corró / .

La última vez que el Gobierno central dio una negativa al regreso de los emblemáticos ‘bous’ fue en 2018. «Es un no rotundo y definitivo», expresó el vicepresidente del Consell en aquel momento, Francesc Miralles, tras reunirse con el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo.

Según la ficha del Museo Arqueológico Nacional, los Toros de Costitx fueron realizados en función a la cera perdida y son huecos en el interior, con los detalles trazados en frío. Orejas y cuernos se fundieron por separado y se unieron a la cabeza mediante remaches. Los ojos, en algunos casos, estaban rellenos de pasta vítrea. Se interpretan como la representación de una divinidad más que como elementos de culto al toro. El santuario de Son Corró, en funcionamiento desde el siglo V a.C. hasta la conquista romana, era un edificio de planta rectangular en cuyo interior se distribuían sin orden pilares monolíticos, de un metro de altura, con posible función de betilos. Tres esculturas de bronce presidían las ceremonias: dos cabezas de toro y una de becerra, posiblemente colocadas sobre fustes de columnas.

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