La Granja: «A las puertas de cumplir 60 ha llegado el momento del desparrame total»

Miguel Gibert, batería y letrista, y Guillem Porcel, cantante, ambos nacidos en Palma en 1966, recuerdan algunos episodios de la carrera de un grupo que marcó una época, la de finales de los 80 y principios de los 90

Nunca se han detenido, y ahí siguen. Este sábado soplan velas en Es Gremi, por su 40 aniversario como banda

Guillem Porcel y Miguel Gibert, en la cafetería de Es Gremi

Guillem Porcel y Miguel Gibert, en la cafetería de Es Gremi / Gabi Rodas

¿Qué papel jugaba la música en sus vidas hace ahora 40 años? 

Miguel Gibert: La misma que ahora, más o menos. Sigo pensando en la música a diario, como lo hacía en aquel tiempo. Supongo que soy un bicho raro. Somos de una generación que concibe la música como una forma de vida.  

¿Como un trabajo o una diversión?

Guillem Porcel: La Granja nunca se planteó ningún objetivo, y menos el de la música como una opción laboral seria. Tocábamos porque nos lo pasábamos bien. La música siempre ha sido un hobby que ha ocupado más o menos tiempo en nuestra vida.

¿Se puede vivir bien o se malvive en este oficio tan inestable?  

M.G.: Nosotros tenemos la suerte de que el dinero nos entra por otros sitios. Solo nos mueve las ganas de hacer canciones, lo de ganar dinero a estas alturas es impensable. 

Guillem y Miguel, componentes de un grupo historico, La Granja

Guillem y Miguel, componentes de un grupo historico, La Granja / Gabi Rodas

¿Tienen alguna canción que hable de dinero?

M.G.: Sí, Todo tiene un precio [Joven separada, higiene controlada, ofrece sus servicios, sólo caballeros. Sexo por dinero y nada más, si quiere ver el cielo, páguelo primero, dice su primer estrofa].

¿Tienen mánager?

G.P.: Sí, desde el año pasado está con nosotros Ramón Cabrinetti, a quien conocimos como seguidor de La Granja. Sabe más de La Granja que nosotros. Es un mánager amateur, como el grupo, que ensaya cuando le apetece, nunca por obligación. 

M.G.: Hemos tenido suerte con nuestros mánagers. Paco Vicens nos ayudó muchísimo, fue el primero que nos consiguió actuaciones en plazas nada fáciles, como las verbenas de Felanitx. Igualmente tuvimos suerte con Dulce Quesada [también llevó a La Mode y al primer Ramoncín] y la tenemos con nuestro mánager de Madrid, Ramón Martín (de Talent), el que monta las Noches del Botánico [el festival madrileño que suma siete ediciones]. 

G.P.: Si 40 años después seguimos quizá sea porque a nivel personal o interpersonal no somos gente excesivamente conflictiva. Y eso explica que con los mánagers nos haya ido bien. Nunca hemos tenido ninguna mala experiencia en el mundo de la música, exceptuando algún concierto puntual o algún promotor, porque siempre hay algún jeta que no paga. 

¿Cuál fue el mejor año?

M.G.: Nuestro prime fue 1989, el año de Azul eléctrica emoción, el año del final del pop rock en castellano, porque con la explosión de Nirvana y el grunge cambiaría todo, de golpe. 

Nirvana está en vuestras antípodas.

M.G.: No, Nirvana tiene melodías, y como La Granja eran fans de los Beatles. En nuestras antípodas están los cantantes de trap. 

¿Cuál es la palabra que más se repite en las letras de La Granja? 

M.G.: Al principio salía mucho «el sol». Yo te diría que las que más aparecen son las palabras agudas. Hay palabras que quedan muy bien, encajan y tienen mucha sonoridad, como «cielo» o «remedio». El castellano es un idioma fácil para escribir letras.  

Es Gremi, la sala en la que tienen el local de ensayo los granjeros

Es Gremi, la sala en la que tienen el local de ensayo los granjeros / Gabi Rodas

G.P.: Los colores salen en muchas de nuestras canciones, algunos exóticos, como el verde azulado. Los colores tienen que ver con los estados de ánimo: «todo lo veo azul», «en blanco y negro»… 

¿Qué color define vuestro actual estado anímico?

G.P.: Azul celeste y naranja, que son los colores del cartel del concierto, que lo hice yo (risas). Cartel en el que sale nuestro mánager Ramón Cabrinetti, el modelo.

¿Qué canción enloquece a sus seguidores, hasta el punto de que quieran asaltar el escenario?

M.G.: Los chicos quieren diversión. Sin embargo hay una canción que hemos tocado más: Sufro por ti. No ha habido concierto de La Granja en que no haya sonado. En un ambiente de fiesta una canción como Los chicos quieren diversión resulta explosiva, sin embargo es un tema más bien triste, no es muy alegre en realidad; el ritmo sí que lo es, como el estribillo, pero lo que es la estrofa... la canción tiene detalles tristes, lo de «a veces sale mal» hace referencia a un amigo nuestro que habían atropellado saliendo de juerga un viernes por la noche, cuando un coche le embistió y le mató.

¿Cuál es la última canción que han compuesto?

M.G.: Hemos pasado los 40, los 50, esperamos los 60 y estamos ahí, como en una especie de limbo. Estamos ya superados por muchas cosas a las cuales ya no nos podemos enganchar. Pero eso no significa que entremos en la depresión, más bien al contrario, ha llegado el momento de la juerga, del desparrame total. La canción que habla de todo esto la he llamado Crisis

G.P.: Tenemos otra, sobre Toni Pla, anterior al pódcast que se ha hecho sobre su figura. 

M.G.: Toni Pla es un personaje acojonante, un tío de serie de Netflix, y además es amigo mío. Será informal, particular, habrá dejado a gente sin pagar, pero es un tío espléndido, gracioso, un entusiasta, y ha hecho mucho por la música de aquí. Se merecía una canción.

¿Hay público imberbe en los conciertos de La Granja?

M.G.: Alguno hay pero muy pocos. Mis hijos no son muy fans de La Granja. El rollo de mi hija es el indie español y el de mi hijo... prefiero no saber lo que escucha.

¿Qué es fundamental en un local de ensayo: la nevera, la puntualidad o que no entre nadie ajeno al grupo?

M.G.: Cuanto menos gente ajena al grupo entre, mejor. 

G.P.: La nevera debería estar pero nunca la hemos tenido y la puntualidad no es precisamente nuestro fuerte. Tuvimos una época que la penalizábamos, y nos dio para pagarnos una comida y una cena. Quienes pagaban los gallifantes siempre eran Pablo Ochando y Kiko Riera.

¿Con qué se quedan del cartel del Mallorca Live 2024?

M.G.: Con Belle and Sebastian y Niña Polaca. Nunca he ido pero este año me hace muchas ganas.

¿Qué le reprochan a Palma, una ciudad que está en sus ADN, vital y sonoro?

M.G.: Tendría que haber bares en los que se pudiese escuchar música de antaño, de grupos, porque es que ahora ya no hay ni bandas, uno se lo monta él solo.

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