Música clásica

Deutsche Grammophon, el Rolls Royce de los sellos discográficos, cumple 125 años con aires de cambio

La partida de nacimiento data de un día de San Nicolás, 6 de diciembre, de 1898. Ese día, Emil Berliner y su hermano Josef registraron en Hannover el sello discográfico que revolucionó la cultura musical clásica

Joana Mallwitz dirigiendo a la Konzerthausorchester de Berlin en el concierto de aniversario.

Joana Mallwitz dirigiendo a la Konzerthausorchester de Berlin en el concierto de aniversario. / STEFAN HÖDERATH

Gemma Casadevall

“Nada cambia, pero todo es distinto. No era fácil trasladar el virtuosismo al 'streaming'. Resolvemos el desafío desde la fidelidad a nuestra filosofía fundacional: aunar el talento musical y la mejor tecnología”, apuntaba el presidente de Deutsche Grammophon (DG), Clemens Trautmann, en la recepción del 125 aniversario de su sello. “Se trata de ofrecer exquisitez musical con la máxima innovación tecnológica”, según Frank Briegmann, director de Universal Music Group en Europa, el gigante al que pertenece el histórico sello alemán.

Ambos, Trautmann y Briegmann, ejercieron de anfitriones en la recepción previa al concierto aniversario de este 6 de diciembre, fecha oficial del cumpleaños de Deutsche Grammophon. Fue en el Konzerthaus de la capital alemana, sede del sello alemán, bajo la batuta de Joana Mallwitz, de 36 años y directora titular de la casa. De acuerdo a la filosofía renovada de DG, se globalizó la gala a través de su instrumento más mimado, el aplicativo Stage+. Por esa misma vía se reproducirá en días sucesivos. Le seguirán otros conciertos de aniversario programados en distintos continentes. El próximo sábado, en Filadelfia, con la violinista española María Dueñas, y el día 15 en Seúl, dirigido por el islandés Víkingur Ólafsson.

En 1913 el sello sacó su primera grabación íntegra de un concierto, la Quinta Sinfonía de Beehoven

“Nuestra sede está en la capital alemana, pero el mercado es global. Y en el ámbito clásico tenemos claro que el streaming es irrenunciable”, proseguía Trautmann. Deutsche Grammophon y su sello amarillo fueron durante décadas presencia inexcusable entre los estantes de cualquier hogar más o menos adicto a la música, en formato disco o luego CD. Se estrenó en Spotify y otras plataformas hace unos años. Pero con el 125 aniversario ha extendido ese dominio como fórmula de futuro para una marca que presume de ser “el Rolls Royce de los sellos discográficos” -en palabras de Briegmann- y abierta a “músicos que van más allá de lo clásico” en un mercado en que “las fronteras de los géneros se diluyen”.

A Joana Mallwitz, la primera mujer que se coloca como directora titular de la histórica orquesta del Konzerthaus berlinés, se la compara insistentemente con la tiránica directora que interpreta Cate Blanchett en “Tár”

Mallwitz y el inevitable paralelismo con Blanchett

A Joana Mallwitz (Hildesheim, 1986) se la presentó el pasado junio como la primera mujer que se coloca como directora titular de la histórica orquesta del Konzerthaus berlinés. Desde entonces se la compara insistentemente con la tiránica directora ficticia que interpreta Cate Blanchett en “Tár”. De poco ha servido que haya explicado que no ha visto esa película: sobre el escenario, su complexión física y gestos la condenan al inevitable paralelismo con ese personaje de Blanchett. Alta, esbelta y rubia, se convierte ante la orquesta en una especie de diosa hipnótica, que mima con instinto maternal a cada uno de sus músicos. 

Su concierto aniversario fue de corte clásico, con Brahms a Beethoven y Mahler. Contó con la violinista coreana Bomsori Kim, el celista austríaco Kian Soltani, los pianistas Rafal Blechacz y Bruce Liu, además del barítono André Schuen. Todos ellos, como la propia Mallwitz, representantes de la generación de músicos jóvenes e impecablemente atractivos, también en lo físico. Muy en la línea de lo que representaron en la historia de la casa nombres como Anne Sophie-Mutter, estandarte aún hoy del sexy unido al virtuosismo, como lo fueron Herbert von Karajan o Leonard Bernstein.

Joana Mallwitz y Dr. Clemens Trautmann, el presidente de Deutsche Grammophon.

Joana Mallwitz y Dr. Clemens Trautmann, el presidente de Deutsche Grammophon. / STEFAN HÖDERATH

Todo empezó con el gramófono

La partida de nacimiento de Deutsche Grammophon data de un día de San Nicolás, 6 de diciembre, de 1898. Ese día, Emil Berliner y su hermano Josef registraron en Hannover el sello discográfico que revolucionó desde Alemania la cultura musical clásicaA Emil Berliner, nacido en Hannover en 1851 y de origen judío, se le considera el inventor de la técnica perfeccionada del gramófono. Su primer “disco” se desarrolló entre su taller de la fábrica familiar y una estancia en Estados Unidos, donde emigró para evitar el reclutamiento militar prusiano. Perfeccionó ahí el sonógrafo de Thomas Alva Edison modificando el ángulo de la aguja y lo patentó de nuevo en Alemania en 1887 como gramófono. Dos años empezó la producción de sus primeros discos. 

Su palanca al éxito la brindó un primer contrato: con el tenor italiano Enrico Caruso, en 1902. Cuatro años después tenía en su fábrica de Hannover 200 presadoras para la producción de discos; en 1913 sacó su primera grabación íntegra de un concierto, la Quinta Sinfonía de Beehoven, con Arthur Nikisch al frente de la Filarmónica de Berlín.

Bruce Liu; Andrè Schuen; Kian Soltani; Rafał Blechacz; Bomsori Kim y la directora de orquesta Joana Mallwitz, anoche en Berlín.

Bruce Liu; Andrè Schuen; Kian Soltani; Rafał Blechacz; Bomsori Kim y la directora de orquesta Joana Mallwitz, anoche en Berlín. / STEFAN HÖDERATH

Fue una empresa de titularidades múltiples entre Alemania, Canadá y Reino Unido, lo que tras la Primera Guerra Mundial le costó la incautación de activos. Pero el auténtico zarpazo de la historia lo precipitó el ascenso al poder de Adolf Hitler, en 1933, y su posterior campaña de “arización” del tejido cultural alemán. Los músicos, compositores y creadores de origen judío quedaron proscritos. La producción de Deutsche Grammophon se hundió. Pasó tras la Capitulación nazi a tutela aliada, conoció a sucesivos propietarios e inversores, hasta que en la década de los 50 el alemán Ernst von Siemens lo redirigió hacia el éxito. 

Se consolidó como sello que aúna a los grandes del circuito clásico con las técnicas de ingeniería de sonido más avanzadas y la publicación de discos icónicos bajo su emblemático sello amarillo. Hace aproximadamente un año lanzó la plataforma Stage+, ofrece listas de reproducciones casi infinitas, documentación y archivo,tiene su canal en Amazon Music y su galería de Google Arts & Culture. En lo que respecta a Alemania, un 80% de su facturación procede aún del segmento discográfico, frente al 20 % de la oferta digital. En Estados Unidos el porcentaje tiende a invertirse: un 60 % pertenece ya al territorio digital. Esa es la tendencia a escala global. Pero el viejo gramófono del taller de Berliner permanece como señal de identidad incuestionable. 

Suscríbete para seguir leyendo