ENTREVISTA

Daniel Kirch, tenor alemán: «Para un cantante, para una voz, la sinceridad es lo más importante»

«En mis recitales siempre hay un tema latente, puede ser el amor o la muerte, pero siempre está»

Daniel Kirch en su casa de Portocolom. | PERE ESTELRICH

Daniel Kirch en su casa de Portocolom. | PERE ESTELRICH / Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

El tenor alemán Daniel Kirch, residente en Portocolom, cantará este viernes por la tarde en el Teatre Xesc Forteza de Palma el ciclo de canciones ‘Viaje de invierno’ de Franz Schubert, acompañado al piano por Francesc Blanco

¿Qué representa para usted, un tenor dramático, cantar el ‘Viaje de invierno’?

Es un ciclo de canciones que me ha acompañado desde hace muchos años. Siempre lo he tenido muy presente, sobre todo en épocas convulsas como la que vivimos. Lo he cantado en muchos escenarios e incluso lo he representado, junto a Michael Thalheimer en el Deutsches Theater de Berlín en una producción en la que se incluyó escena. Así que, para mí, el Viaje de invierno es una válvula de escape, un lugar al que vuelvo cada par de años. Son veinticuatro canciones sobre poemas de Wilhelm Müller, en las que se explica un viaje sin retorno, una no vuelta atrás desde el punto de vista de un protagonista que huye hacia el abismo por un amor no correspondido.

Usted viene de cantar el Loge de ‘El oro del Rin’ de Wagner en Bayreuth y sus papeles incluyen ‘Lohengrin’ o ‘Tannhauser’. ¿Cómo se sitúa un tenor dramático frente a una partitura tan intimista?

Para mí, este ciclo se parece mucho al tercer acto de Tristán e Isolda de Wagner. No musicalmente pero sí desde el punto de vista del protagonista. Tristán y el viajero detestan, ambos, la noche, la obscuridad. Y ese hecho hace que, en mi caso, pueda establecer similitudes entre ambos papeles. No quiero decir que cante Schubert como si fuera Wagner, pero sí que pienso que, en el fondo, esos dos personajes, el héroe wagneriano y el caminante atormentado, no son tan diferentes. De todas maneras, si eres tú mismo, puedes hacer bien las dos cosas. Lo importante es intentar cantar desde la honestidad, dando lo que el corazón y las palabras te piden.

¿Cómo ve hoy el personaje que retrata Schubert?

Con los años he ido cambiando la manera de abordar ese Viaje. Seguir a Schubert te hace evolucionar la manera de entender el canto. Y es que, en Schubert el texto es muy importante, saber lo que dices y entender el espíritu de la obra le da valor añadido a la interpretación. Intento meterme dentro del personaje, de ese hombre que inicia un camino sin esperanza, sin retorno. Hoy lo canto de forma más madura, sin renegar en absoluto de mis visiones anteriores del personaje.

¿Se sitúa diferente ante un recital de canciones que ante una ópera?

Diría que no, pues como he dicho antes, para un cantante, para una voz, la sinceridad es lo más importante. Si crees en lo que dices, si entiendes el personaje que interpretas, sea operístico o no, entonces lo abordas de la misma manera. Me interesa, en cada caso, sacar las delicadezas que la partitura esconde, lo que me permite conectar con el público a través de las sensaciones, de las emociones. Luego está el tema del acompañamiento, pues en una ópera tenemos toda una orquesta y en un recital como el de Palma, un piano, que permite más intimidad, te acerca más al público y a la vez te permite sacar más matices de la partitura, resaltando los momentos fuertes con los más dulces.

Por otra parte, en una ópera tienes un hilo conductor que es el argumento, en un recital puede que eso no ocurra, que los fragmentos sean inconexos. Por eso cuando doy recitales de canto con piano, o bien canto ciclos completos como éste, que cuentan una historia o elijo diferentes arias pero que una tras otra, den sentido a la sesión. En mis recitales siempre hay un tema latente, puede ser el amor o la muerte, pero siempre está.

Piano frente a orquesta.

En Schubert el piano es como una orquesta, no acompaña, canta contigo, simula lo que dices, lo apoya. Schubert es un maestro del acompañamiento pianístico, pues con las teclas refuerza lo que el texto dice. Si habla de un arroyo, pues el piano simula el agua, si habla de un organillo, el piano simula ese instrumento, si habla de tristeza, pues el piano suena melancólico... Schubert es el gran maestro de la canción, sin duda.

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