El arte de la peonza triunfa en Pollença

La Trobada Mallorquina de Baldufes se llena de juegos, espectáculos y una olimpiada donde todos los niños ganan

Raquel Galán

Raquel Galán

El arte de girar la baldufa «tiene relación con la física, la estética y la botánica», resume el campeón del mundo de peonza tradicional, el mallorquín Xisco Valls. Las dos primeras están claras, aunque él también otorga gran importancia a la materia prima. «Yo conecto mejor con las que son de madera de nuestra tierra. Realizo todo el proceso para fabricarlas, incluso elegir en qué luna cortaré el árbol y si es de hoja caduca o perenne», explica mientras recomienda un trompo pequeño a un niño que se inicia en la afición. «Cuanto más grande, más difícil», tal como dice a la madre mientras atiende su puesto artesanal en la Trobada Mallorquina de Baldufes.

Se celebró este sábado en el Claustre de Sant Domingo de Pollença, que se llenó durante todo el día de aprendices y expertos que ponían en práctica las leyes de la física y las formas para hacer bailar las piezas de madera en los variados juegos distribuidos por el recinto. Los de menor edad, como Neil y su hermana, Blau, de cinco y dos años, se entretuvieron con las sencillas perinolas, es decir, las que no utilizan cuerda, mientras que Pau Crespí, de 12 años, y sus amigos competían entre sí para ver quién conseguía las mayores virguerías. «Me aficioné porque Embaldufats vino al colegio para mostrarnos qué hacían», afirma sobre el colectivo que organiza el encuentro, entre los que están el actual campeón mundial y quien lo fue hace tres años, el también isleño Guillem Vizcaíno.

Para él «lo más bonito es que con este juego popular se unen desde un niño pequeño hasta una persona de 80 años, por ejemplo, como si fuese una Play Station universal, pero sin estar frente a la pantalla», compara el experto. Defiende estas ventajas del auge de una tradición que comparten multitud de culturas y reivindica «las peonzas de madera, aunque todas son bienvenidas». Las que se veían eran las primeras, que pueden ser de olivo, encina, roble o piezas menos densas para las más grandes, como las hechas con tronco de pino.

El arte de la peonza triunfa en Pollença

El arte de la peonza triunfa en Pollença / raquel galán. palma

En la Trobada de Baldufes se hallaba el mayor coleccionista de Italia y tal vez a nivel mundial. Es Giani Casalino y tiene «2.000 de 110 países, incluida una peonza de 200 kilos», dice quien empezó a adquirirlas hace casi 20 años y expone parte de ellas en Vercelli (Bolonia). Su afición y el tiempo libre después de su jubilación le han llevado a viajar en busca de «tesoros de casi todas las formas y colores, según las tradiciones y gustos de los artesanos».

Espectáculo

Uno de los mejores tromperos de su país es Rocco Cosca, conocido en el mundillo como Il Trottolaio y que deleitó a más de medio centenar de niños con su espectáculo, que tuvo lugar al mediodía. Comenzó creando una baldufa con el torno y continuó con varios números de habilidad y equilibrio a cargo de «la señora peonza, la que ríe, la trócola, la mágica, la zanahoria» y más apelativos cariñosos para sus trompos. Otro de los especialistas internacionales que acudió fue Pablo Potocnjak, el Senyor de les Baldufes como nombre artístico, aunque vino como artesano, no como profesional circense.

Para comer hubo una paella solidaria a beneficio de Prodis, la asociación pollencina que trabaja con personas con diversidad funcional, y por la tarde empezó la olimpiada de peonzas. Todos los niños se llevaron como premio una de madera tras competir en batallas de puntería, carreras con el trompo sobre un plato y otro tipo de pruebas para demostrar quiénes eran los más habilidosos. También lo hicieron los expertos durante un encuentro que puso de relieve el futuro de un juego milenario y multicultural.

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