MÚSICA CRÍTICA

Gratias

Un momento del concierto de despedida de Company al frente de la Coral UIB.

Un momento del concierto de despedida de Company al frente de la Coral UIB. / © MICER

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

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Claustre de Sant Domingo

  • Orquestra Simfònica de Balears, Coral UIB. Joan Company Florit, director invitado.
  • Judith Van Wanroij, soprano.

Obras de Bach, Beethoven, Brahms, Haendel y Mendelssohn. 

Fecha: Sábado, 12 de agosto

«Gratias agimus tibi», o lo que es lo mismo: «Te agradecemos». Este es uno de los párrafos que aparecen en el Gloria de la liturgia de la misa católica y que Bach armonizó en su Misa en si menor. Y ese fue uno de los bises que se ofrecieron, el pasado sábado en el Claustre de Pollença, después del que fue el último concierto que ha dirigido Joan Company como titular de la Coral UIB.

Un Gratias que fue mucho más que un bis, fue toda una declaración emocionada de respeto y de amor mutuo, entre coristas y director, que durante cuarenta años han protagonizado uno de los matrimonios musicales más fructíferos de la historia de la música mallorquina. Company ha sido la Coral UIB, pero la coral también ha sido parte de Company, de su vida como músico. Así que ese Gratias fue un abrazo colectivo, mutuo, sincero y emotivo.

Con la repetición de ese Gratias bachiano no terminó el concierto que comentamos, pues como sorpresa final, las voces masculinas del coro, a capella, iniciaron uno de los himnos más emblemáticos de la coral: Aubada. Era obligado hacerlo pues después de las Gratias el camino debe continuar con un amanecer hacia otras propuestas que, seguro, están sobre alguna de las mesas que deciden rumbos y caminos artísticos.

Con ese Gratias puede que se cierre una puerta, pero seguro que con Aubada se abrirán ventanas hacia un amanecer lleno de pentagramas. Por tanto, ese concierto en Pollença no debe interpretarse como un «Adéu» sino como un «Hasta siempre».

Pero vayamos al comentario sobre la sesión. Ésta empezó con una selección de fragmentos de la Missa en si Menor de Bach, un compositor imprescindible, por ser único, por ser el gran Maestro. Orquesta y coros abordaron luego dos obras curiosas y que merecen ser más interpretadas en directo: las cantatas para coro Nänie de Brahms y Meerestille und Glückliche Fahrt de Beethoven. Obras delicadas, breves pero deliciosas y llenas de esa genialidad propia de sus autores. Aquí la orquesta y el coro pasaron sin problema del recogimiento barroco con el que había empezado la velada a una explosión controlada propia del romanticismo.

Un momento del concierto de despedida de Company al frente de la Coral UIB. | © MICER

Un momento del concierto de despedida de Company al frente de la Coral UIB. / © MICER

Y para empezar la segunda parte, ese himno de «champions» que es el Zadok the Priest de Haendel sobre el que se basó el autor de la banda sonora del fútbol europeo al que siguió esa obra inmensa de Mendelssohn que es el Salmo 42, para soprano solista, orquesta y coro. Tanto la soprano Judith van Waneoij (que en el bis se sumó a las voces corales como una más) como todos los miembros de las dos formaciones rozaron la perfección y llenaron el claustre de «alegría y de alabanza del pueblo en fiesta», como bien dice uno de los versos del Salmo bíblico. Sí, el público puesto en pie así lo vio, como una fiesta, como un homenaje a una figura, la de Company que, seguro, nos seguirá ofreciendo sesiones tan emotivas y vivas como ésta del pasado sábado.

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