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Enric Auquer, actor: «Hay un cambio rápido, de miradas y lenguajes, que hace que el cine gane vida»

El ganador de un Goya protagoniza la cinta rodada en Mallorca y estuvo ayer presente en su estreno

El ganador de un Goya Enric Auquer, en la gala inaugural.

El ganador de un Goya Enric Auquer, en la gala inaugural. / Enrique Calvo

Recibió el Goya a Mejor Actor Revelación por Quien a hierro mata y, desde entonces, la suya ha sido una carrera de éxitos. El actor gerundense Enric Auquer se ha puesto en la piel de todo tipo de personajes, desde un narcotraficante hasta un jardinero con discapacidad. Ahora, para la producción balear Quest, interpreta a un científico en estado de «cristalización», obcecado por encontrar respuestas a algo tan «sensorial» como el duelo.

¿Cómo ha encarado un proyecto tan abstracto como este?

Ha sido muy extraño prepararlo. Es un proyecto que se ha ido transformando gracias a la sensibilidad de cada uno de los que formábamos parte de él. No es un guion de trama ni de estructura, sino que es casi un viaje sensorial sobre un duelo desde un lugar psicomágico. Después de leerlo por primera vez necesitaba hablar con la directora. Me lancé a la piscina pero le dije a Antonina que si podía venir antes a mi casa, a l’Empordà, y explicármelo. Lo fuimos construyendo con todo el equipo, ella fue muy generosa y escuchó a todo el mundo a la hora de tomar decisiones.

Es una película que casi se sirve más de los elementos, como la música y el silencio, que del diálogo para contar la historia.

La diseñadora de sonido tiene un papel casi tan importante como el mío. Aunque yo esté presente en la imagen todo el rato, la banda sonora de Maria Arnal es casi como la voz de María (mujer del protagonista).

¿Cómo describiría a su personaje, Lluc?

El mío es el personaje de un científico que está encajado en una posición muy dogmática, empírica, y no acepta salir de ahí. Se enfrenta a un duelo que no se puede controlar y no se puede racionalizar, se tiene que vivir.

Es como si se encontrara en estado de cristalización, como las plantas que analiza en la película.

Lo he pensado en algún momento. Lluc pasa de ser una persona que solo cree en la verdad dogmática a abrir su corazón y a dejarse sorprender. Tampoco ha sido mi gran motor de creación. Es una película muy abierta y sensorial, dentro de la espiritualidad de Antonina y su paisaje, Mallorca, porque cada duelo y experiencia son diferentes e intenta ser una película que trascienda a nivel universal. Sirve para explicar que la vida no es una cosa concreta, sino que vas dejando cadáveres y desconexiones por el camino.

¿Es muy diferente a los proyectos que ha hecho hasta ahora?

Cada uno es diferente, no me gusta compararlos. Lo que sí puedo decir es que en los proyectos como este, de óperas primas, en los que tienes poco tiempo o poco dinero, casi nunca se puede llegar a hacer la película como quieres. No hay mucho control y esto hace que se abra una ventana muy gustosa a la creación, a la libertad creativa.

Ahora presentan la película en el Atlàntida Film Festival. ¿Qué opina de iniciativas como esta?

Son muy importantes. Es muy bonito el hecho de que se abra el festival con una película tan pequeña, hecha en Mallorca, y que se le dé salida.

¿Cómo ve las nuevas generaciones de creadores?

No creo en el paternalismo de que haya una generación que dé paso a otra, porque al final hay tanta precariedad que todo el mundo está intentando salvarse. Las generaciones se imponen porque lo necesitan. Hay un cambio tan rápido, de nuevas miradas y nuevos lenguajes, que hacen que el cine gane vida. Cuando sea viejo, querré saber sobre la gente joven porque son la fuente de la vitalidad. Quien no abrase es porque está apagado.

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