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La prèvia

Una ópera para celebrar el Carnaval

Ensayo de ‘Un ballo in maschera’, de Giuseppe Verdi, que se estrena hoy en el Principal. | TEATRE PRINCIPAL

Esta noche y en el Teatre Principal de Palma se presenta la primera de las tres sesiones de Un ballo in maschera de Verdi, una de las óperas más hermosas del compositor italiano y que estuvo a punto de no existir ya que en ella se escenifica un regicidio, cosa que la censura de la época no vio con buenos ojos. Por ello se creó un conflicto de intereses entre el músico y las instituciones que le habían hecho el encargo, conflicto que terminó con un cambio de época y de personaje, pasando por substituir la historia inicial, la del rey Gustavo de Suecia (asesinado durante un baile de máscaras en 1792), a la de un hipotético Conde de Warwick bostoniano.

Además del protagonista, el Conde Ricardo (tenor), en esa historia musical aparecen otros dos papeles importantes, el del secretario personal del conde, su amigo Renato (barítono), y el de su mujer Amelia (soprano dramática). Ahora bien, para llevar a buen término la función se debe contar con otras dos voces de primer nivel, que si bien no tienen papeles extensos sí los tienen muy comprometidos. Hablamos de una soprano lírica en el rol del paje Óscar (un papel masculino sobre el escenario, pero femenino en cuanto a la tesitura) y de una mezzosoprano potente y de gran volumen vocal para cantar el papel de Ulrica, la vidente que predice el futuro del protagonista, que no será otro que la muerte. Ulrica aparece poco en escena, pero Verdi creó para ella momentos memorables y unos fragmentos musicales enormemente teatrales y nada superficiales. Completan el elenco otras voces en los papeles secundarios, nada triviales, por cierto.

En la ópera Un ballo in maschera, encontramos al Verdi más genuino, con arias, dúos y tríos muy propios del estilo que había adoptado en la época en la que fue compuesta y con momentos corales realmente comprometidos para las voces. Pertenece al grupo de títulos que escribió en la década de los 50 del siglo XIX, que se abre con Rigoletto en 1851 y se cierra con ese Ballo en 1859, encontrando entre medias obras tan emblemáticas como La Traviata, o Simon Bobcanegra, entre otros. Estamos pues ante una obra maestra, sin duda, que merece ser vista y escuchada con interés. No por casualidad aparece en el número veinticuatro de la lista que edita Operabase, de los títulos más representados en el mundo. Una lista que se abre con La Traviata seguida muy de cerca por Carmen de Bizet. Justo después del Ballo, en el puesto veinticinco, encontramos El Holandés errante de Wagner, una ópera que bien podríamos ver en los ciclos del Principal, pues no exige ni una escenografía ni una plantilla orquestal desmesuradas. Tomen nota los programadores.

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