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Un Réquiem de Mozart «multisensorial y esperanzador»

El Teatre Principal propone el 3 y 4 de abril una producción sobre esta obra sinfónico-coral que contará con iluminación y danza

Réquiem, de Mozart, este sábado y domingo en el Teatre Principal

Réquiem, de Mozart, este sábado y domingo en el Teatre Principal B. Ramon

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Réquiem, de Mozart, este sábado y domingo en el Teatre Principal M. Elena Vallés

«Este concierto del Réquiem de Mozart será especial debido a las dificultades impuestas por las medidas sanitarias a causa de la pandemia. Los coristas y cantantes del coro cantarán con mascarilla y la orquesta tendrá que estar en el foso», apunta el director de la Orquestra de Cambra de Mallorca, Bernat Quetglas, quien debuta en el Principal el próximo día 3 de abril. Ante estas exigencias y posibles debilidades, en lugar de dar un paso atrás, el equipo les ha dado la vuelta para convertirlas en «oportunidades» y ofrecer un espectáculo «ecléctico y multisensorial», señala Quetglas. «Porque va a haber una parte de ambientación muy interesante sobre el escenario», agrega. Además de danza contemporánea. Elementos escénicos que reforzarán el dramatismo de la música sin restarle a la partitura ni un ápice de protagonismo.

Joan M. Albinyana, al frente de la dirección escénica del montaje, detalla que habrá cuatro bailarines sobre el escenario de la compañía mallorquina Cevalo: Clara Carbonell, Martín Pareja, Sofía Pérez y Adrià Vicens, un proyecto que ha salido de la Esadib. «Noelia Caurel es la ayudante de dirección». «Hemos trabajado los movimientos en torno a los conceptos que atañen a los enfermos terminales: desde la aceptación de la muerte hasta cómo afecta el deceso a los cuerpos, sus fases, siempre siguiendo el manual de los buenos usos en el tratamiento de paliativos», cuenta. «Es una línea de investigación del movimiento en la que estamos trabajando para otros proyectos también». 

Presentación del Réquiem de Mozart B. Ramon

La iluminación, de Miquel Llull, es de cariz expresionista, jugando con las luces y las sombras, «recreando, más que un espacio realista, el proceso mental de los moribundos», especifica.

Las entradas para esta producción propia del Principal están agotadas para los dos días (3 y 4), pero quedan para streaming.

Este concierto va a ser muy especial también para el coro del Teatre, dirigido por Pere Víctor Rado, pues supone el regreso a la lírica y porque los cantaires llevan desde agosto sin subirse a las tablas. Sobre ellas también cantarán los solistas Marta Bauzà (soprano), Marisa Roca (mezzo), José Manuel Sánchez (tenor) y Joan Miquel Muñoz (barítono). «Son 40 cantaires y los solistas. Las voces del coro deberán cantar con mascarilla y con la distancia de seguridad. Los solistas están autorizados a no llevar mascarilla, pero previamente a cantar se les hará una PCR, igual que a mí, que soy el director», comenta Quetglas. En la orquesta, los instrumentistas deberán usar mascarilla también. «Los de viento, además de la distancia, cuentan con mamparas de metacrilato para mayor protección», indica. 

Para el director de la Orquestra de Cambra, el Réquiem «tiene un componente de luz en unos tiempos tan oscuros. El Réquiem es una música de transformación, de tránsito, de cambio, de paso a otro estado. En estos tiempos de covid, donde hemos visto mucha muerte, esta pieza simboliza un poco de luz y esperanza hacia lo que vendrá, que ha de ser mejor que lo de ahora», concluye. «De hecho, en este espectáculo somos 85 personas y creo que poder llevarlo a cabo en estos tiempos es un milagro», agrega.

El Réquiem k.626 es una de las obras sinfónico-corales más grandes que se ha escrito. Todo el misterio que envuelve su gestación, ya en los últimos días de vida de Mozart, añade un componente mediático a esta joya del repertorio. No se ha llegado a descubrir nunca quien le encargó la obra al compositor a través de un misterioso emisario, y aún hoy día existe el debate sobre cómo una parte de la obra fue completada después de la muerte de Mozart.

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