Explica la dietista ovetense Paula Barros que prescindir de la comida por periodos, más cortos o más largos, se hace desde tiempos inmemoriales y que en algunas culturas, como en la musulmana, es seña de identidad.

En concreto, el ayuno intermitente es, según Barros, “voluntario y controlado por un periodo de tiempo determinado y preestablecido”. La también dietista y nutricionista asturiana Susana Sánchez, con consulta en Oviedo, Mieres y Grado, añade que lo que propone es “alternar periodos de ingesta con periodos de ayuno, pero siempre de forma estructurada”. Y la naturópata con consulta en Avilés y Gijón Eva Cánovas destaca que es no otra cosa que “administrar el consumo de alimentos. Su origen no está claro, pero el refranero popular ya recoge el dicho ‘Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo’”, dice esta última.

La ciencia atribuye beneficios a este control en la ingesta, pero también hay contraindicaciones y es una fórmula “peligrosa si no se hace de forma adecuada”, advierte Susana Sánchez. A su juicio, la documentación científica “habla del ayuno intermitente como muy buena herramienta para mejorar la salud de la población”. Al mismo tiempo, “falta desarrollar más investigación en pacientes”, y todas aquellas personas con una relación “mala” con la comida deberían desechar esta práctica. “La conclusión final es que no solo influye en la salud la cantidad y calidad de los alimentos que tomamos, sino también la frecuencia y el momento del día que los ingerimos”, indica.

Para Paula Barros, el ayuno intermitente es beneficioso si se tiene en cuenta que hace perder grasa corporal por una disminución de la ingesta de calorías. Eso sí, advierte, “siempre y cuando haya un buen control sobre el apetito, porque esta herramienta ha de ser utilizada por la persona adecuada y en el momento adecuado; de lo contrario, podemos conseguir el efecto rebote”.

Con la alimentación, estilos y modas siempre hay que estar alerta. Susana Sánchez destaca que “como otras muchas dietas milagro mal pautadas, el ayuno intermitente puede tener varios efectos secundarios”. Ella apunta dolores de cabeza, estreñimiento y falta de energía, y Paula Barros suma más. “Si no se hace bien pueden aparecer cefaleas y mareos asociados a la baja ingesta de energía y glucosa, irritabilidad y ansiedad, dificultad de concentración, trastornos del sueño y alimenticios, deshidratación, carencias nutricionales e hipoglucemias “debido a que muchas veces además se asocia la práctica del ayuno intermitente a una dieta cetogénica mal diseñada”. Eva Cánovas suma algo más: ofrece un descanso al organismo de digestiones pesadas y excesos alimentarios.

En todo caso, no es apta para toda la población. Está desaconsejada, según Susana Sánchez, en pacientes que están en bajo peso, mujeres que amamantan o embarazadas y pacientes con trastornos alimentarios o diabéticos que requieren insulina. Paula Barros tampoco lo propondría a personas con mala relación con la comida (“con ansiedad, picoteos frecuentes, falta de control de impulsos, atracones, autocastigos tras excesos, pensamiento todo o nada…”), insomnio o muy controladoras de su peso.

Las nutricionistas consultadas advierten de que no se debe hacer nada sin consejo profesional. Es muy importante acudir a un especialista en caso de desear iniciar una dieta o de seguir un método del que se habla mucho en redes sociales o se pone de moda. También conviene no fijarse en el resultado de otras personas porque cada metabolismo es diferente. “Creo que estamos dando un enfoque demasiado sensacionalista al tema de la alimentación”, destaca Paula Barros.

Sin embargo, “la nutrición no es una opinión, es una ciencia”. “La persona que necesite ganar salud, que desee prevenir la aparición de enfermedades mediante la alimentación, deberá trabajar enfocada en el cambio de hábitos y no esperar píldoras mágicas”, destaca. Eva Cánovas advierte de que no existe ninguna dieta universal. “Una que sea efectiva y saludable debe ajustarse a cada persona y a sus necesidades; la salud es nuestro más preciado tesoro y nuestro deber es cuidarla mediante una alimentación equilibrada y unos hábitos de vida saludables”, insiste.

Y Susana Sánchez despeja más dudas: “Yo siempre hago hincapié en que dejar de comer no educa; hay que aprender a mantener una dieta saludable, planificar los menús y procurar realizar la rutina de las cinco comidas al día, controlando las cantidades”, dice. Otro mantra: comer despacio y practicar deporte. Y el consejo que se repite: consultar al especialista.

Cada persona es libre de decidir cómo quiere alimentarse; como profesional de la nutrición debo aconsejar que si se deciden por esta o por cualquier otra opción lo hagan bajo la supervisión de un profesional”, apunta Eva Cánovas, quien desea que nada que se haga aporte sufrimiento físico o psicológico.