La ansiedad es un problema que limita la rutina de una persona. Por ejemplo, en ocasiones esta ansiedad influye en nuestra alimentación. En este caso, estaríamos hablando del “hambre emocional”, es decir, usar la comida para calmar nuestro estado ansioso. Las personas que lo sufren usan alimentos como tratamiento, en lugar de seguir un tratamiento psicológico y farmacológico. Además a los alimentos que se recurre en estas situaciones son los azucarados, excitantes (como refrescos), … Por lo tanto, algunos hábitos alimentarios pueden beneficiar o perjudicar nuestro estado de ánimo, como explica Sandra Sumalla, dietista-nutricionista y decana de la Universidad Europea del Atlántico, en el articulo “Ansiedad: lo que sí y lo que no debes comer para calmarte” (ABC, 2020).

En primer lugar, debemos diferenciar el “hambre real” del “emocional”, como nos describe Elisa Escorihuela, nutricionista y autora del artículo comentado anteriormente:

Hambre Física:

  • Sensación corporal en el estómago que se puede presentar en forma de sonido o sensación de vacío en la tripa.
  • Es progresiva y puede esperar. El estómago va enviando señales de aviso.
  • Cualquier alimento te parecerá bien porque tu cuerpo necesita es energía.
  • Cuando comes te sientes satisfecho y el hambre desaparece.

Hambre emocional:

  • No está tan localizada en una parte concreta del cuerpo y puede sentirse en forma de ansiedad o vacío general.
  • Es repentina, quiere ser satisfecha rápido. Si no comes cuando aparece, tu ansiedad aumenta.
  • No se satisface con cualquier alimento. Suele apetecer comida rica en azúcar, en grasa no saludable o en sal.
  • Nada te sacia, no puedes parar de comer.

Uno de los pasos más importantes que se debe dar es el de reconocer que es ansiedad. Una vez que localizamos correctamente la causa, deberíamos aprender nuevas estrategias de afrontamiento y no utilizar la comida como escudo. En caso de que nosotros mismos no nos sintamos capaces de gestionar nuestra ansiedad debemos acudir a profesionales de la salud mental.

En relación a la dieta, la alimentación saludable no cura la ansiedad, pero sí que se recomienda hacerla, incluyendo vegetales, proteínas (pescado, carnes magras, huevos, …) y hidratos de carbono (pasta integral, legumbres, …). Esto nos ayuda a potenciar positivamente nuestra salud mental. Se deben evitar alimentos excitantes como refrescos con cafeína y el alcohol, ya que empeoran la ansiedad.

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