Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sustancia tóxica ilegal más consumida en el mundo es el cannabis. La población, sobretodo la más joven, tiene una percepción errónea del grado de peligrosidad que tiene su consumo, ya que como cualquier otra droga crea adicción y efectos perjudiciales para la salud.

Algunos de estos efectos son desde físicos como taquicardia, aumento de la tensión arterial, desorientación, alteraciones en el equilibrio, entre otros, hasta efectos psicológicos como crisis de ansiedad o pánico, depresión, incluso síntomas psicóticos (delirios, alucinaciones, …).

Su consumo también tiene consecuencias en el sueño. Aunque existe la creencia de que su consumo por las noches ayuda a dormir mejor, hay estudios que demuestran que causan problemas para iniciar y mantener el sueño. Un ejemplo, es el realizado por Sharon Sznitman, Ph. D. (Facultad de Bienestar Social de Ciencias de la Salud de la University of Haifa en Israel), publicado en BMJ Supportive and Palliative Care. Los resultados fueron que el grupo que tomaba cannabis con frecuencia tuvieron problemas para dormir. Un tercio comentó que se despertaba temprano y no podía volverse a dormir; otro tercio tenían dificultades para conciliar el sueño, y otro tercio se despertaba durante la noche.

Otro efecto importante es sobre la conducta, ya que aumenta la violencia física. Un estudio, publicado en la The American Journal of Psychiatry, indica que el consumo de cannabis en jóvenes es un factor de riesgo para la violencia. Los resultados demostraron dicha asociación, ya que un 76% de los jóvenes mostró una actitud violenta después de un consumo prolongado.

En opinión del Dr. Carbonell, el cannabis como hemos publicado en numerosas ocasiones es perjudicial para la salud física y mental. Los estudios mencionados nos aportan más luz sobre el impacto negativo tanto sobre el sueño como sobre el comportamiento.