Todos nos asustamos mucho si un ser querido es víctima de un repentino infarto o cualquier enfermedad grave. Sin embargo, nos parece de lo más normal quejarnos por estar estresados e insatisfechos con nuestras vidas. Pues bien, parece ser que estos trastornos mentales están íntimamente ligados con las temidas enfermedades físicas. Concretamente, padecer estrés y depresión de manera combinada, aumentaría el riesgo de infarto y muerte hasta casi el doble.

En el estudio publicado en la revista Circulation, se han investigado los efectos del estrés y la depresión en 4487 pacientes con enfermedad coronaria, a lo largo de seis años. Los investigadores pudieron comprobar que el riesgo de sufrir infarto y de morir había aumentado un 48% en aquellas personas que padecían estrés y síntomas depresivos.

Cuando sintamos que el estrés se nos está acumulando, no debemos pasarlo por alto. Algunas de las señales de que estás sobrecargado son las siguientes:

  • Te resulta muy complicado encontrar un hueco en tu agenda para el ocio.
  • Al meterte en la cama por las noches te invaden preocupaciones que intentas resolver in situ dándole más vueltas, y que obstaculizan tu sueño.
  • Consideras que el descanso y el ocio son una perdida de tiempo.
  • Ir por la vida con prisa, se ha convertido en algo normal.
  • Padeces dolencias de cabeza, de espalda, de estómago o bruxismo (apretar y rechinar los dientes).
  • Te ha disminuido el apetito sexual.

Por otra parte, los síntomas de insatisfacción con la propia vida, la apatía y la pérdida de capacidad de placer deben hacer saltar la alarma de la depresión. Esta devastadora enfermedad es cada vez más destructiva si no se toman medidas a tiempo. Con la ayuda necesaria podemos aprender a dar otro enfoque a la vida, reinterpretando los sucesos y tomándonos las cosas con más calma. Cuidar nuestra salud mental es cuidar nuestro cuerpo, dándole una oportunidad a la felicidad y el bienestar.

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