La escultura de Santiago Calatrava que los Reyes inauguraron el pasado viernes en el museo Es Baluard, un bronce de quince metros de altura y 45 toneladas de peso anclado sobre la terraza exterior del Baluard de Sant Pere y que sobrepasa ampliamente en altura el lienzo de la muralla renacentista, incumple, presuntamente, dos artículos de la Ley de Patrimonio Histórico de les Illes Balears, los que se refieren a la colocación de elementos exteriores en los inmuebles catalogados como Bien de Interés Cultural y a los criterios de intervención.

El artículo 31 de dicha ley señala claramente que "en los bienes de interés cultural se prohíbe la colocación de elementos e instalaciones que supongan una ruptura de la estructura o de la composición de la fachada". Y se añade: "En los bienes catalogados deberán tener las dimensiones mínimas técnicamente viables y se deberán situar en lugares donde no perjudiquen la imagen del inmueble o no alteren gravemente la contemplación".

El segundo artículo de la Ley de Patrimonio que, supuestamente, incumple la instalación de la escultura del prestigioso arquitecto es el 41. Dicho artículo especifica en su apartado 1E: "Se prohibirá la colocación de elementos e instalaciones que impliquen una ruptura de la estructura o la composición de la fachada o que impliquen un perjuicio para la contemplación o el disfrute ambiental del entorno". Y subraya en el apartado 3: "El volumen, la tipología, la morfología y el cromatismo de las intervenciones en los entornos de protección de los bienes inmuebles de interés cultural no podrán alterar el carácter arquitectónico y paisajístico del área ni perturbar la visualización del bien".

No obstante, tanto la ponencia técnica como la comisión de Patrimonio aprobaron la instalación de la escultura en la sesión celebrada el 14 de noviembre de 2003, tres meses antes de que el museo Es Baluard fuera inaugurado. En la misma sesión también se aprobó otra de las intervenciones más polémicas del museo, el kiosko-bar acristalado que se sitúa junto a la muralla renacentista y cuya observación desde la calle no está totalmente disimulada.

"La escultura de Calatrava se aprobó con un informe técnico favorable y tras votación unánime", señaló ayer Josep Joan Mas, director general de Patrimonio, que se negó a facilitar a este diario la información que consta en dicho expediente. "Se trata de una obra de arte dentro de un museo, este es el argumento de la aprobación", especificó.

Al autorizar de forma conjunta la instalación de la escultura de Calatrava y la del kiosko-bar, el Consell de Mallorca apoyó su decisión en cuatro artículos de la Ley de Patrimonio: 22.1, 26, 37.1 y 41.

El primero de ellos señala que los bienes integrantes del patrimonio deberán ser conservados, mantenidos y custodiados por sus propietarios y que éstos están obligados a facilitar la información que demandan las administraciones. El segundo, el 26, subraya el deber de conservación y mantenimiento de los propietarios. El 37.1 señala que cualquier intervención en un monumento histórico o en su entono deberá contar con la autorización de la comisión de Patrimonio. Y el 41, ya citado en algunas de sus partes, detalla los criterios de intervención en un Bien de Interés Cultural, criterios que se incumplen sin que el carácter museístico del inmueble pueda suponer en ningún caso una excepción, a tenor de lo que contempla la ley.

Si la semana pasada se manifestaron en contra de la instalación de la escultura el arquitecto Pedro Vaquer, integrante de Taula d´Arquitectura, y, a título personal, Joan Pascual, secretario de ARCA, ayer lo hizo Àngel Aparicio, del Grup d´Estudi de les Fortificacions. "Con lo que costó recuperar el Baluard de Sant Pere no creo que la actual ubicación sea la mejor, me parecería mejor que estuviera en otro punto de la fachada marítima, quizá más cerca del mar", señaló. Por su parte, el arquitecto Federico Climent, presidente de la demarcación de Mallorca del Colegio de Arquitectos, apuntó: "Es una escultura en un museo de arte contemporáneo, no es una construcción, una escultura de un arquitecto e ingeniero de máximo prestigio. Y la obra, sin juzgarla, es una anécdota en nuestra fachada marítima. Creo que los que hacen otras consideraciones sacan los pies del tiesto", declaró.