La plaça de l´Olivar se convirtió en la noche del viernes en el refugio de la cultura popular, marginada por el ayuntamiento de Catalina Cirer en opinión de muchos de los que allí se dieron cita.

La fiesta comenzó sobre las nueve de la noche con la puesta en escena de los Castellers de Mallorca y sus castillos imposibles. Los presentes, entre tanto, se entregaban a los foguerons, pocos pero muy concurridos, con botifarrons, sobrasada o lomo, cargando fuerzas para una noche que prometía ser larga.

Empezó con fandangos, jotas, mateixes y boleros, los que interpretó el grupo Caliu. "Los que miran tendrían que ponerse más atrás", se quejó una bailarina durante la actuación de Tracalada, segundo conjunto de la velada en salir al escenario.

Herbes Dolces y Música Nostra, éste último un clásico de la Revetla, pusieron la guinda a una noche que hizo las delicias de los amantes de la música tradicional mallorquina y el ball de bot. "Tendrían que programar el rock en catalán y la música mallorquina en Cort o Santa Eulàlia, en el centro, y no en la periferia, como si estuviéramos castigados", se quejó Bernat Oliver mientras degustaba un gin-tonic.