Los tapones de corcho son muy útiles para decir adiós a los malos olores que se forman en el frigorífico. Coge un corcho y colócalo en un estante de la nevera. Si quieres, también puedes cortarlo en 2 ó 3 partes y disponer los trozos resultantes en varios estantes. Haz lo mismo en el congelador o en los distintos cajones del congelador. Hazlo por la noche y a la mañana siguiente prueba a abrir el congelador y el frigorífico. Inmediatamente, notará que, como por arte de magia, el olor habitual que se crea en el interior de los electrodomésticos ha desaparecido.

Otro truco que se ha puesto de moda, sobre todo cuando estamos largos periodos fuera de casa, es poner una moneda de dentro de un vaso en el congelador. Hay que esperar a que el agua del vaso se congele y luego poner la nevera encima. Si al regresar no se ha derretido, sabremos que no ha habido problemas de luz con el frigorífico y que en ningún momento se ha descongelado, por lo que podremos comer los alimentos sin problema.