La Serra de Tramuntana, patrimonio de la humanidad, constituye un ecosistema intervenido por el hombre desde tiempo inmemorial pero en equilibrio. Es decir, los usos y costumbres de las personas que trabajaban y habitaban en la Serra crearon un lugar en armonía donde podían convivir el hombre, su ganado y sus cultivos, y la fauna salvaje.

La pérdida de esos usos ancestrales y la introducción de nuevas prácticas, como el exceso de transito de personas, están provocando cambios, no siempre aceptables. La Fundación para la Vida Silvestre Mediterránea, que dirige la doctora Evelyn Tewes, experta en el buitre negro, comenzó un programa de custodia del territorio, hace años, para colaborar y redirigir las prácticas de los propietarios de fincas hacia métodos acordes con el fin original: coexistir en armonía.

Ariant, en Pollença, es una de las fincas que están directamente tuteladas por la fundación. Es uno de los últimos refugios del buitre negro y, de hecho, es emocionante descubrir como paseando por sus roquedos aún se distingue muy próxima y frecuente esa silueta de la rapaz necrófaga de mayor tamaño de Balears.

Ganadería

La existencia del buitre en Mallorca, única isla del mundo hasta hace poco que albergaba esta gran ave, va ligada a la ganadería. Así la fundación está criando de nuevo ovejas y corderos en la finca "tal y como lo hacían las personas del lugar hace 70 años, en régimen de extensivo, aprovechando los corderos como recurso económico para hacerla sostenible y los animales viejos o enfermos que mueren naturalmente como alimento para los buitres

Para posibilitar la cría de ovejas, voluntarios de la fundación están desbrozando varias rotes de la finca. Son lugares planos entre roquedales, invadidos por el sotobosque -lentrisco, acebuche, zarzamora-. Con esa limpieza se pretende crear de nuevo una pradena natural -de herbáceas- que facilite una mejor cría de animales hervíboros.