Todo calvianer que supere la treintena recordará la estampa algo surrealista que se encontraba en un lugar de Sa Porrassa (Magaluf), poco antes de coger la curva a la derecha para dirigirse a Son Ferrer. La imagen era impactante, como lo son todas aquellas escenas que se escapan a la lógica aparente de la vida. Y un avión varado en un antiguo humedal, que no volaba sino que era un lugar donde se servían copas, era una de esas imágenes dignas de ser recordadas por varias generaciones.

El aeroplano, un Douglas DC-6B (EC-AVA) de la compañía de Transportes Aéreos del Sáhara (TASSA), funcionó durante unos años como una discoteca que estaba al lado de un restaurante. De su interior, en vez de pitidos, señales luminosas de ´Abróchense el cinturón´ y vídeos con consejos de seguridad aeronáutica, salían notas musicales de un grupo que tocaba en directo, entre cubatas y gin-tonics.

"100.000 pesetas"

Su historia la han vuelto a recordar en estos días muchos vecinos de Calvià, a raíz del fallecimiento reciente de la persona que impulsó esta aventura empresarial, Gabriel Pascual. Suya fue la idea de comprar este avión en desuso y a punto de ser desguazado. Algunas fuentes hablan de que en la década de los setenta le costó unas "100.000 pesetas" (unos 600 euros). Tassa era una compañía que operó entre 1961 y 1965. En su momento fue una de las cuatro empresas nacionales dedicadas a la explotación del transporte aéreo, conjuntamente con Spantax, Iberia y Aviaco. Su papel en el panorama aeronáutico era bastante modesto. Disponía apenas de nueve aparatos, según puede leerse en Historia de la aviación española.

Desde Son Bonet

Cumplida su vida útil en los cielos, el aparato tuvo una segunda vida en tierra como local de ocio. Llegó hasta Sa Porrassa por la antigua carretera que unía Palma con Calvià, y el dispositivo llamó la atención de muchos curiosos. Pocas veces se encuentra uno con un avión circulando a su lado. "Me acuerdo de que se hizo una cola monumental. Todo el mundo se paraba para ver cómo lo transportaban", recuerda el fotógrafo de DIARIO de MALLORCA Joan Llompart ´Torrelló´, ahora jubilado.

Él hizo la foto principal que acompaña este reportaje, en la que se ve cómo lo transportaron sin las alas. "Creo recordar que lo traían desde Son Bonet, donde antiguamente había un desguace de aviones. Yo iba en moto a Andratx y tomé la imagen a la altura del delfinario", relata Torrelló.

El avión funcionó como local de ocio durante algunos años, grabándose a fuego su estampa en la memoria de muchos calvianers. Con el tiempo, el negocio languideció y, de forma paralela, el deterioro del aparato hizo el resto (cuentan que el suelo se hundió). El Douglas DC-6B, tras una doble vida entre el cielo y la tierra, acabó convertido en chatarra en la década de los noventa.