Las entidades ciudadanas que ayer organizaron la primera feria a la fresca de Inca, apoyadas por el Ayuntamiento de la ciudad que patrocinó el evento, aprobaron con nota. La afluencia de público fue masiva a última hora de la tarde, como estaba previsto.

La cita tenía un evidente cariz comercial, a pesar de los comerciantes de la ciudad pues no todos secundaron la petición de retrasar el cierre de sus establecimientos como mínimo una hora. Todavía no existe en el sector comercial de la ciudad la costumbre, el corporativismo, ni el convencimiento de organizar veladas comerciales fuera del horario tradicional anquilosado desde hace años.

La calle Major fue ocupada por paradas tradicionales de artesanos. La organización exigía que fueran de madera y vestidas con ropas mallorquinas o veraniegas, lo que dio un colorido y frescura atractivos. Además, todos los vendedores vistieron de blanco. La calle Comerç también se llenó de paradas de artesanos aunque más modernas.

Las plazas de Santa Maria la Major y de España fueron los puntos elegidos para situar las actuaciones musicales.

Destacada fue la actuación del grupo Cirquiátrico Tarambana que aglutinó desde las siete de la tarde al público infantil con sus demostraciones malabares y humorísticas.

En la plaza de España actuó Dream and Dance, que ofreció una demostración de danza, para dar paso después a la música rock de Els últims fills del bosc.

El tan de moda baile en línea tuvo su espacio en la plaza de Santa Maria la Major a partir de las 21,30 horas.

Los bares del centro ofrecieron tapas especiales de las que cabe destacar el langostino estilo Dayla que ofreció la cafetería del mismo nombre o el llonguet con sobrassada del Plaça 10.