Ayer por la tarde centenares de vecinos de Can Picafort despidieron a su vecino más popular, l´amo en Jaume Mandilego Buchens, fallecido el pasado viernes inesperadamente a los 99 años.

La vida de este pescador -conocía como nadie los secretos de la bahía de Alcúdia- siempre estuvo ligada a Can Picafort; de hecho, desde siempre se le conoció por haber sido el primer bebé que nació en el núcleo costero. Fue en 1915, cuando Can Picafort solo era un extenso pinar entre las possessions de Son Bauló y Santa Eulàlia, y poco o nada indicaba que llegaría a convertirse en una de las principales zonas turísticas de Mallorca.

L´amo en Mandilego era la memoria viva de Can Picafort, un testimonio inigualable porque ha seguido todo el desarrollo y la evolución del lugar. Su familia empezó regentando una pequeña fonda en lo que hoy es la avenida Isabel Garau -otra de las primeras pobladoras-, y desde muy pequeño Jaume Mandilego estuvo vinculado al mar. Era famoso por sus capturas de pescado fresco en el pequeño muelle picaforter, antes de que lo devorara el puerto deportivo, y también en sus múltiples salidas a mar abierto, con su querido llaüt.

La gente de mediana edad le recuerda durante la fiesta patronal de la Asunción, el 15 de agosto, cuando él era el encargado de soltar unos cuantos patos vivos para que los cazaran los jóvenes, preludio de lo que años después pasó a ser el acto estrella de las fiestas locales.

Inconfundible con sus gafas grandes, su gorra marinera y sobre todo su bigote blanco que le diferenciaba de su hermano Pau -con los años muchos les confundían por su parecido de gemelos-, se marcha con la satisfacción de saberse querido y homenajeado por sus conciudadanos. Entre otros actos, pronunció el pregón de fiestas junto a una de sus nietas y el Ayuntamiento también le dedicó hace unos años un busto en una plaza frente al puerto. Aunque le faltaba poco, lamentablemente no pudo llegar a los cien años, que también se habrían celebrado colectivamente.

Como los artistas que quieren morir en el escenario, l´amo en Mandilego decía que antes que en tierra prefería morir en el mar. Porque como buen pescador, el mar y su barca siempre fueron su vida, hasta el último momento.