Lo que le está pasando a la sobrasada de Mallorca no es nuevo. No ocurre nada que no haya sucedido antes al calzado, por ejemplo. El precio de venta se mantiene porque existe una competencia que manda y los costes suben. El problema ideológico surge -en plena economía de mercado- cuando los gobiernos han de intervenir para evitar la natural regularización. ¿Hasta donde es moralmente aceptable que intervenga? No lo sé.

En este caso existe un resquicio por donde agarrar con pinzas una ayuda velada. No es otro que el tipismo. ¿Vamos a consentir que nuestro emblema nacional; nuestro embutido por excelencia esté en peligro? ¿Verdad que no? Aunque... ¿Está en peligro el embutido o algunos comerciantes que lo fabrican? Yo he visto cerrar muchas fábricas de zapatos de Mallorca. Aquí se hace uno de los mejores calzados del mundo. También es muy nuestro, pero quedan muy pocas fábricas porque no podemos competir. Lo que es preciso, de una vez por todas, es que se reconozca y compense nuestro coste de insularidad a nivel global en lugar de llevarse los cuartos tan insolidariamente.