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Palma a Palma

Operación anti-nube

Desde hace un tiempo, cada día lluvioso es un atasco. Las calles están saturadas, los aparcamientos y los comercios llenos

Operación anti-nube

Desde hace un tiempo, cada día lluvioso es un atasco. Las calles están saturadas, los aparcamientos y los comercios llenos. Es lo que últimamente se ha dado en llamar la 'Operación nube'. Contra la cual el ciudadano aborigen normal no tiene más remedio que desencadenar la 'Operación anti-nube'.

A partir de ahora, el día en que llueva deberemos ir masivamente a la playa. Qué maravilla. Podremos extender tranquilamente la toalla en una extensión de arena desierta. Y la sombrilla, en lugar de parar el sol, nos protegerá del chaparrón. Al fin y al cabo, qué importa mojarse un poco en la arena si luego nos bañamos en el mar.

Gracias a la 'Operación anti-nube' volveremos a las imágenes de nuestra infancia. Sin vendedores de bebidas ni masajistas de ocasión. Sin radios ni congestiones humanas. Sin grupos de energúmenos peleándose o bebiendo cervezas. Si a cambio está nublado, hace frío o lloviznea, qué le vamos a hacer.

En la ciudad habrá que hacer lo contrario. Nada de salir en las horas de más fresco, cuando se circula mejor. Nos tendremos que acostumbrar a las horas de más calor. Cuando todo el mundo está en la playa. Circular cuando el sol nos fríe como en una parrilla.

Y a la que acabe ese tiempo tranquilo, meterse en casa a mirar el Facebook o ver Juego de tronos, mientras las calles se llenan otra vez de gente deambulante comiendo helados.

Si alguna ventaja tiene eso que ahora llaman "industria turística" es que resulta especialmente conductista. Sus pautas de actuación son tan inmutables como el perro de Pavlov o la senda de los elefantes. Es un modelo esencialmente gregario y grupal. Previsible.

Aquellos que quieran sustraerse a él no tienen más remedio que hacer lo contrario.

Les guste o no.

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