Opinión

Ese tipo de hombre

Luis Enrique.

Luis Enrique. / EP

La imagen fue captada por la televisión. Túnel de vestidores, minutos previos al partido de Champions que enfrentaba el Paris Saint Germain con el Barça. Dos hombres se encuentran de frente. Los dos entrenadores, excompañeros en el terreno de juego. Luis Enrique y Xavi. Dos admirados por miles. Supongo que millones.

He visto el vídeo de ese encuentro una decena de veces. Hay algo pintoresco en él, algo hipnotizante. Como si algo en toda esa gestualidad, los gritos, Pelopo!, el abrazo con golpetazos descoyuntantes en la espalda, la hipersonrisa en las dos caras, el comentario rápido y la carcajada, el tono alto, la mano de uno dominando el hombro del otro, la chulería, el hombretonismo, las onomatopeyas, los sonidos guturales, los golpecitos en el abdomen, tuvieran algo de ritual animal. La coreografía del macho alfa. La performance. Una caricatura. Una pereza increíble. Hasta siento pena por ellos. Qué palo tener que saber comportarse así para sentirse un hombre homologable en determinados círculos. Máquina, vamos, hostia.

Deduzco, porque he crecido entre mujeres, que muchos hombres de estos lo llevarán de serie o lo habrán aprendido en casa. El ritual, este digo. La performance. Pero llego a sentir compasión por todos. Más incluso por los que han tenido que aprender el código alfa para no sentirse aislados, para no ser señalados o ser los pringados del grupo. Seguro que los hay, aún chavales, ensayando gestos ante el espejo y revisando fotos, a ver cuánta chulería son capaces de rezumar en cada instantánea de esa coreografía masculina hipnótica y risible. No sé de dónde sale ese tipo de hombre, pero lo peor es que no es natural, deduzco que se trata de un autoaprendizaje de supervivencia en determinados círculos. Por suerte hay otros donde conviven hombres normales, naturales, aunque no tengan una audiencia de masas como la que tiene ese tipo de hombre que abunda en el mundo del fútbol.

Quizá lejos de las cámaras, Luis Enrique y Xavi se hubieran saludado de un modo menos gestualizado, no lo sé. No hay nada malo en cómo lo hicieron, simplemente da un poco de vergüenza ajena. Ese tipo de hombre.

Suscríbete para seguir leyendo