ucho se habla en estos días de la maternidad subrogada, el eufemismo blando que invisibiliza lo que realmente hay detrás, el alquiler de un ser humano, de una mujer y no solo de su útero, camuflado como caridad, altruismo y libertad de elección, del que se benefician, sobre todo, los bolsillos de las agencias.

Se discute sobre todo de aspectos morales, de la ética del negocio de esta forma de nueva maternidad/paternidad que, desde luego, no supone ningún avance a la maternidad natural, sino que, por el contrario, implica que el bebé es gestado por una mujer que no lo va a criar, ya que tendrá que renunciar a él inmediatamente después del parto, a cambio de una remuneración económica previamente pactada en un contrato cerrado del que no podrá retractarse.

Se habla de derecho a ser padres (en el caso de parte de la comunidad gay, que ha abrazado con entusiasmo esta práctica) confundiendo deseo con derecho. Se habla de las consecuencias de la práctica que ha llevado a la creación de lucrativas "granjas de vientres de alquiler" en países como por ejemplo,la India, en los que se contabilizan medio millar de centros con servicios médicos legales, con buena calidad y bajos precios,que representan un negocio más que boyante para sus dueños (en la India el proceso puede costar entre 20 y 30.000 euros de los que las madres reciben unos 6.500 euros).

La comunidad feminista lleva tiempo demandando la necesidad de reflexionar sobre el cambio de paradigma que supone que el coito no sea la única actividad reproductiva de la especie, ya que se ha producido una normalización en el acceso a las nuevas tecnologías reproductivas sin que, sin embargo, se tenga en cuenta que el poder de la reproducción de la especie sigue pasando por el cuerpo y la psique de las mujeres, o ni se consideren conceptos como el de salud primal.

En este sentido,desde una óptica feminista denunciamos que no se habla de lo más importante: las consecuencias en la psique y en la salud de la madre, el eslabón más débil en toda una cadena de beneficios, de esta forma de "maternar para otros". De hecho, para preparar este artículo hice una búsqueda en Medline, la base de datos médicos y científicos más grande e importante del mundo que solo arrojó un puñado de artículos sobre maternidad subrogada, ninguno de ellos investigando las consecuencias sobre la salud de las madres en esta forma de maternidad o las consecuencias para la salud psicológica del feto.

En lo que se refiere a este último punto, la salud psicológica del feto, se habla de salud primal, término con sustrato científico que reconoce la importancia de la vida fetal, el período perinatal y el primer año de vida en la maduración del sistema de adaptación básico, el sistema psico-neuro-inmuno-endocrino, que es fundamental para la salud física y emocional a lo largo de la vida. Los fetos perciben y les afecta lo que vive y siente la madre, y lo que ocurre en el útero influye para toda la vida, ya que sus vivencias intraútero parecen programar al bebé para dar respuestas en el futuro a los retos del ambiente externo. ¿Sabemos las consecuencias en el neurodesarrollo del bebé del hecho de que la madre gestante viva con desapego, sin conexión maternal, su gestación?

Según el neonatólogo Nils Bergman lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que lo separen de la madre, es lo que ha sido llamado la herida primal. ¿Cómo le afecta ser separado definitivamente de su madre nada más nacer cuando todos los mecanismos neurohormonales están diseñados para que el bebé se encuentre con la madre en la que ha crecido durante nueve meses, la reconozca, la huela e, idealmente, inicie la lactancia? Para Ibone Olza, psiquiatra y profesora de Universidad de Alcalá de Henares , "desde el punto de vista del recién nacido la subrogación no solo es una agresión injustificable éticamente, además es arriesgado y previsible que algunos de estos bebés puedan sufrir secuelas psíquicas y dificultades para los vínculos afectivos el resto de sus vidas".

La forma de nacimiento también deja huella en la o el gestado. Como ocurre en el marco hipermedicalizado de las tecnologías reproductivas en general, más del 50% de los niños nacen por cesárea. En el caso de la maternidad de alquiler, la cesárea facilita a los padres futuros estar presentes en el alumbramiento, ya que a menudo dependen de horarios y viajes, por lo que estos niños además pierden los beneficios del parto espontáneo y, por supuesto, del piel con piel y de la leche de la madre. Todo esto constituye un sumatorio de pérdidas con posibles efectos secundarios sobre la salud física y psíquica a lo largo de la vida. Quizá, desgraciadamente, se hará realidad la predicción de Michele Odent de que "puede que las condiciones sin precedentes de los nacimientos actuales provoquen transformaciones en nuestra especie".

En la madre los riesgos del embarazo estarán relacionados, por un lado, con las complicaciones asociadas con la hiperestimulación hormonal necesaria para la preparación del cuerpo de la mujer para mantener el embarazo y, por otro, con las complicaciones que se pueden asociar en general con todo embarazo: embolias, anemia materna, hemorragias, diabetes gestacional, hipertensión arterial y preeclampia, eclampsia e incluso muerte. En este tipo de embarazos también se realizan sistemáticamente pruebas de amniocentesis para garantizar la integridad genética del gestado, lo cual tampoco está exento de riesgos para la madre, siendo el dolor, las infecciones y el sangrado las más frecuentes y el aborto la peor consecuencia . Como hemos mencionado antes, en un altísimo porcentaje y más en casos de maternidad subrogada, el alumbramiento se hace por cesárea, la cual, como es sabido tiene una morbimortalidad mayor que el parto normal y pone en mayor riesgo la vida de la madre. Entre sus consecuencias negativas habrá hemorragias, histerectomías e inclusos muertes maternas relacionadas con la anestesia o con el mismo procedimiento. Las mujeres que han alquilado su útero tendrán que evitar también, por medios farmacológicos, la subida de la leche, lo cual suma en la producción de malestares.

Pueden ocurrir también complicaciones que aparecen en todas las tecnologías reproductivas, como el embarazo múltiple, que puede llevar a intervenciones traumáticas para deshacerse de algún embrión.

A la madre le pueden quedar "como regalo" células del feto en muchos órganos del cuerpo, incluido el cerebro, lo cual se ha llamado microquimerismo fetal. Esta colonización puede afectar al cuerpo de la mujer, a veces, de forma negativa. Algunos científicos encuentran que este hecho podría ser la explicación de las recaídas de artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes que ocurren tras los embarazos. No sabemos si este fenómeno podría ser todavía más perjudicial para estas gestantes teniendo en cuenta que el producto de la gestación es desde el punto de vista genético, completamente ajeno a ella.

En cuanto a las complicaciones psíquicas, sabemos que cada embarazo implica una profunda transformación en el cerebro de la madre, independientemente de que ella se prepare psicológicamente para desprenderse del fruto de su gestación, los cambios ocurren y la vinculación es inevitable. Se sabe por el estudio en mamíferas que la separación del recién nacido nada más nacer produce un estado de máxima agresividad en su cerebro.

Otros posibles problemas que pueden sobrevenir a la madre subrogada, con más frecuencia que a otras madres, es la depresión posparto, ya que no se tiene la compensación del hijo al lado, así como estrés postraumático e incluso la psicosis puerperal y el suicidio. En definitiva, como de nuevo nos dice la profesora Olza "su salud mental estará en juego de por vida, pero probablemente no lo sepa ni nadie se lo diga".

Creemos que es muy improbable que las mujeres que se ofrecen como gestantes de alquiler, generalmente por motivos económicos, sean adecuadamente informadas de los riesgos para su salud física y psíquica a los que se enfrentan. Ante esta realidad expuesta, se siente todavía más como un atropello hacia las mujeres pobres su utilización como vasijas inertes, reduciéndolas a un órgano, un útero objeto de transacción por parte de las clases altas de los países desarrollados.

Por todo esto, en ADIBS nos sumamos a las corrientes feministas que piden a los partidos que de una vez se abra un debate ya, muy necesario desde hace tiempo, que aborde las ventajas e inconvenientes de la maternidad subrogada y de otras formas de tecnologías reproductivas y su influencia y repercusión en la vida de las mujeres.

* Presidenta de la Associació de Dones de les Illes Balears per la Salut (ADIBS)