La entrega, prácticamente incondicional y en exclusiva, a la industria turística y a los considerables servicios que demanda este sector, comporta notables rendimientos económicos y sociales para Balears, pero también abunda en riesgos, vicios y carencias que no se pueden infravalorar en absoluto. Son los efectos directos del monocultivo.

Informaciones aportadas esta semana por Diario de Mallorca han dejado constancia de los obstáculos que deben salvar las empresas de la isla a la hora de contratar ingenieros informáticos y de telecomunicaciones. Desde la gerencia de la Fundación Bit se ha reconocido el problema y que en muchos casos, cuando se quiere tutelar a proyectos empresariales emprendedores, dependientes de las nuevas tecnologías, no queda más remedio que recurrir a los servicios de profesionales de la península o del extranjero.

En la Escuela Politécnica Superior de la UIB apenas se graduan treinta estudiantes de estas especialidades al año. Se llega al extremo de dejar sin cubrir más de la mitad de las ofertas de trabajo en prácticas retribuidas. Es un contrasentido que, con la evolución que ha seguido el desarrollo de la industria y el comercio, se adolezca en este archipiélago de una carencia tan acentuada de profesionales vinculados o dependientes del despliegue informático. El propio turismo los necesita para seguir estando al día en la época de comunicación instantánea diversificada.

Pero hay más. No es solo que el Parc Bit tenga serias dificultades para cumplir su función de incubadora de empresas punteras, estas islas necesitan recuperar por lo menos parte de su tejido industrial derruido y diversificar su productividad. Ya sin calzado en el Raiguer, sin muebles en el Llevant y las estructuras agroalimentarias del Migjorn en posición testimonial, no queda más remedio que apostar por la expansión en tecnología puntera mirando a las necesidades del futuro inmediato y a la rentabilidad. Hay tres formas complementarias de hacerlo: el análisis permanente, el estímulo de la formación desde la implicación social y la Universitat y la subvención o soporte económico por parte del Govern. Las nuevas tecnologías constituyen un nicho productivo que reclama una exploración en profundidad.

Abandonarse por completo a la actual bonanza turística es un error y una carencia de visión de futuro. No se puede olvidar que las cotas de ocupación hotelera y de alquileres vacacionales desconocidas antes de este verano son en buena parte fruto de las inestabilidades de los mercados competidores más directos. El día que regrese la deseable tranquilidad a estos lugares, las cuotas de turistas volverán a repartirse de forma distinta a la actual en el Mediterráneo.

Por otro lado, el sector turístico está demostrando en los últimos tiempos una capacidad limitada de rentabilidad en cuanto a solvencia salarial y reparto de beneficios. También produce un efecto llamada de trabajadores que, por lo general, a la hora de la verdad, no responde a las expectativas creadas.

No ocurre lo mismo sin embargo en el apartado más específico de las nuevas tecnologías y su capacidad de generar un empleo nuevo que acostumbra a estar mejor retribuido. Constituye una buena oportunidad de crear riqueza real y por tanto un motivo más, nada despreciable, para apostar por este sector de manera decidida. Además, la vanguardia turística de Balears no es incompatible con una potencial vanguardia en desarrollo tecnológico que acabaría contrarrestando los efectos del consumo del territorio y de los recursos naturales. Son complementarias.