Para esto creamos una Universitat, en mi caso literalmente por haber formado parte de la comisión rectora que la alumbró. Apenas he comenzado a felicitarme de que Llorenç Huguet haya doctorado honoris causa en decisión personalísima al gran Nadal, me comunican que no se trata de Toni Nadal, la única persona con este apellido que merece la titulación. Por sus exigentes y triunfales técnicas pedagógicas, que deberían ser incorporados de inmediato al acervo docente universitario, sin olvidar su concepción filosófica del deporte y de la vida. En su lugar, se premia a un jugador de tenis y de póker, como si la UIB no tuviera un elenco sobrado de doctores horroris causa.

Un hotelero recibe la medalla del Govern, un tenista el reconocimiento de la UIB. Puestos a premiar científicamente a Rafael Nadal, se exigía una cuidadosa enumeración de sus méritos. La vaguedad de sus "valores humanos, constancia y sacrificio" demuestra que la UIB no sabe exactamente por qué doctora al tenista, al margen de adelantarse a otras universidades todavía más cerriles. Se ha equivocado de heterodoxia. Según sus amorfos criterios, Nadal debe ser enrolado en la Real Academia de la Historia, por ser un campeón "histórico". También en la Academia de la Lengua, por haber hablado el castellano en foros donde nunca llegó Cervantes. Y de la Academia de Jurisprudencia, por su magistral interpretación de las leyes del deporte. Y de la Academia de Bellas Artes, por las virtudes estéticas que adornan su juego. Por no hablar de la Academia de Medicina, dada su ejemplar recuperación de lesiones debilitantes.

Todos pierden. Al equivocarse de Nadal, la Universitat tendrá un efecto nocivo sobre la carrera del tenista, lastrado en la pista por el peso de un doctorado intelectual que le obligará a un sobreesfuerzo muscular contra rivales menos doctos. Tal vez la UIB debiera preocuparse más de sus doctores reales que de los honoríficos. En cuanto a uno de sus fundadores, no tengo claro que hubiera mejores candidatos al honoris causa, pero sí que debería haberlos, por el bien de la sociedad mallorquina.