Entre los arcanos proverbiales más intrigantes se encuentra el del recibo de la luz. Dudo que haya quien todavía se atreva a intentar entrar sus tripas, por más que el rifirrafe entre el ministerio de Industria y la patronal de las compañías eléctricas, Unesa, haya llevado a una profusión de anuncios destinados a aclarar qué se paga y por qué razón. Pero el reino de la oscuridad „perdón por la contrametáfora fácil„ en el que aún vivimos puede ser todo un estallido de luz frente a lo que va a suceder cuando entre en vigor el nuevo sistema para calcular el precio de la electricidad que, según las noticias aparecidas, irá cambiando a cada hora. Como tampoco es cosa de ir apuntando en una especie de agenda energética las variaciones que vayan produciéndose cada sesenta minutos, pasaremos a tener que depositar toda nuestra fe en los números que se nos apliquen a la factura. Si nos la pasan en lengua árabe, no la entenderemos peor.

Siempre dispuesto a velar por la paz de espíritu de los ciudadanos, el Gobierno ha dado con una fórmula capaz de despejar inquietudes: todos los consumidores que así lo quieran podrán contratar una tarifa libre de los altibajos y sobresaltos horarios, es decir, una fija para todo el año. Pero como han advertido ya los expertos la tarifa anual va a salir más cara que la que tenemos ahora por la razón bien simple de que las compañías eléctricas cargarán un seguro destinado a cubrir las posibles „léase seguras„ subidas de precio que puedan darse a lo largo de nada menos que un año. Hasta el momento ese seguro se aplicaba sólo al siguiente trimestre y era, por supuesto, más barato. Con lo que aparece la pregunta más elemental de todas: si la movida a la que nos están condenando se debía a que pagamos precios abusivos por la luz, de los mayores de toda Europa, ¿se arreglará ese entuerto haciéndonos pagar aún más?

Como en los ministerios disponen de un portavoz con respuestas para todo, siempre que no se le exija mucha seriedad a la hora de ir contestando, el de Industria nos ha aclarado que cabe esperar que la inmensa mayoría de los hogares apuesten por la tarifa variable hora a hora y no por la anual. Ignoro cuál es la razón de ese augurio económico-psicológico „¿qué como nadie entiende nada todo el mundo se limitará a estar a la que caiga?„ pero lo cierto es que, en tales condiciones, quedamos sujetos a los avatares de los 1464 precios diferentes (24 horas durante 61 días) que conducirán hasta la cifra final de la factura. Unesa ha advertido que el cálculo es tan complejo que dos clientes con el mismo tipo y volumen de consumo tendrán que pagar cantidades distintas. ¿En función de qué? Pues de qué va a ser: del misterio esencial de la vida, de las consecuencias del Big Bang, del dogma cristiano de la santísima trinidad; ya se sabe. Y quien profese la fe musulmana no tiene por qué preocuparse: la factura le llegará redactada en la lengua de Bizancio.