Para no ser acusados de inquina hacia el PP, ¿alguien imagina a Francesc Fiol o Rafael Bosch traduciendo el Informe PISA como TREPITJA en una comparecencia parlamentaria? Ahora sabemos por qué fue destituido el conseller de Educación y portavoz. Bauzá no solo promocionó a Antonio Gómez y Juana María Camps para demostrar que podía empeorar el primer Govern que firmó, sino para colocar el ejecutivo balear a su altura. En una sociedad civilizada, la consellera del TIL pasaría del sillón de su despacho a una silla en un pupitre de preescolar. Los defensores de Miss Quely alegarán que Ana Botella ha llegado a alcaldesa de Madrid luciendo el mismo grado de comprensión lectora, pero al menos tiene el mérito de haber aguantado a Aznar durante todos estos años. En un rasgo democrático que contradice su trayectoria, el farmacéutico no ha encomendado la enseñanza a una persona que mejore los resultados de PISA/TREPITJA, sino que los confirme.

El manifiesto surrealista de la consellera daliniana demuestra que Camps TREPITJA con garbo. Es absurdo solicitar su dimisión, cuando encarna a la perfección los valores culturales que predica el Govern. Imbuido por su odio a Mallorca, el farmacéutico pasea por el mundo exterior quejándose de que preside la provincia más bárbara desde los hunos. Ahora se ha blindado de argumentos para reforzar su discurso, porque "como prueba de incultura aquí estamos mi consellera o yo mismo, que llamo sentencias a los escritos de un fiscal y confundo el déficit con la deuda en el debate más importante del año".

La política educativa del Govern presume de combatir unos datos cuya procedencia ignora. Es una prueba de coherencia porque no desean convencer, sólo impartir órdenes en un régimen castrense de obediencia ciega. Ni Camps ni Bauzá saben en qué consiste el informe PISA, salvo que es un arma muy útil para llamar ignorantes a los mallorquines. Es la única explicación que le encuentran al hecho de que les hayamos votado masivamente.