Por lo menos hasta donde alcanza la vista, el horizonte queda, al fin, despejado. La tutela oficial y la consolidación de la integración como socio minoritario en una entidad mayor, manteniendo marca propia son, en este caso, el menor de los males o el menos traumático de los beneficios, porque todo es ambivalente y puede valorarse por igual tanto desde el anverso como desde el reverso.

En cualquier caso, Sa Nostra, la entidad financiera de mayor peso en Balears, queda en disposición y sin excusa posible para centrarse, definir conceptos, objetivos, hoja de ruta y principios prescindiendo, de una vez por todas, de aventuras de alto riesgo. Tampoco van a permitírselo. Le admitirán, eso si, mantener directivos, pero con la agenda marcada y rendimiento de cuentas reales constantes.

Estas vienen a ser las condiciones definitivas para mantener la liquidez y despejar la incertidumbre que ha venido aquejando en los últimos tiempos, casi por igual, a clientes y trabajadores. El Banco Mare Nostrum (BMN) en el que ha acabado integrándose Sa Nostra, ya está en manos del Estado. Bruselas confirmó ayer que avalaba una reconducción blanda -sin intromisión abrupta convertible en desaparición, como ocurre con otros paquetes de las antiguas cajas de ahorros- a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). En sentido práctico, en dinero contante y sonante, esto significa que el BMN recibirá una inyección de 730 millones, aparte de lo que se le ha ingresado antes y ya parcialmente devuelto. En total, el Estado habrá introducido en la operación 1.845 millones, todo ello sin tener en cuenta los 2.100 millones transferidos en activos inmobiliarios al llamado banco malo. La medida afecta, por orden de importancia o peso económico, a Cajamurcia, CajaGranada, Caixa Penedés y Sa Nostra, teniendo en cuenta también que el Banco de Sabadell acaba de asumir la parte de negocio del conjunto correspondiente a Cataluña y Aragón.

La reconducción definitiva le llega al BMN con buena parte del saneamiento ya realizado. Es una nacionalización parcial en las mejores condiciones posibles para el momento. Pero siguen marcándose unos objetivos y se concretan unas actuaciones que se vuelven ineludibles. El grupo debe reducir su tamaño en un 40%. Desde 2011 ya se han ido restringiendo las plantillas en un 43% y han cerrado la mitad de las sucursales. Por eso ahora se confía en que, a lo sumo, Sa Nostra deba desprenderse solo de un total de 9 oficinas en Balears, Canarias y Madrid.

También sabe con precisión dónde y cómo puede trabajar. La emigración bancaria, por lo menos mientras haya intervención del Estado y tutela de Bruselas, queda vetada. Cada una de las cajas del grupo BMN debe limitarse a su área geográfica y centrarse en los clientes particulares y las pequeñas empresas. Las inversiones y aventuras con el ladrillo, o las eventuales burbujas inmobiliarias, quedan prohibidas. Conviene tenerlo en cuenta ahora que se habla otra vez de la modificación del Plan Territorial de Mallorca. Uno de los factores más determinantes está en la previsión de cotización bursátil. El grupo tiene un plazo de 5 años para salir a bolsa. Después, si se da el caso, podrá recomprar parte del accionariado que ahora queda en manos del Estado. A Sa Nostra no le está permitido reincidir en los errores del pasado. Ni el Estado ni los clientes lo tolerarían.