"¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" es un filme español algo premiado, de hace casi dos décadas. Aplico el título a la nueva pastoral de los obispos, acerca del amor humano. Hace ya demasiado que la Iglesia tomó como misión el control del espacio aéreo del sexo: regularlo, limitarlo, dirigirlo, señalar pasillos aéreos, zonas de exclusión, altura de los vuelos, sistema sancionador. ¿Por qué ese empeño, en lugar de ocuparse de llevar a la gente hacia Dios?, ¿es que Dios y el sexo placentero son incompatibles?, ¿no saben acaso cuál es el momento en que hasta el ateo pronuncia su nombre? ¿Cuál será la etiología de esta mórbida fijación eclesial? Caramba, de este asunto debería ocuparse algún centro de investigación, con la asepsia y rigor con que se ha buscado el bosón de Higgs. Mientras tanto, por favor, por el bien de la propia Iglesia, dejen esa obsesión con el sexo.