Parece increíble que varias decenas de miles de hogares gerundenses continuaran ayer sin fluido eléctrico por cuarto día consecutivo tras una tormenta de nieve que derribó algunas torres de los tendidos de alta tensión.

Como siempre en estos casos, la causa del desastre es compleja. La tormenta fue inusualmente destructiva. Además, algunas opiniones técnicas subrayan la obsolescencia de los tendidos eléctricos de Red Eléctrica Española, encargada de la distribución de alta tensión. Pero ni aun así resulta explicable un fracaso tan notorio del sistema de abastecimiento eléctrico en país desarrollado que alardea de ser la novena potencia económica mundial y que registra un desarrollo tecnológico avanzado.

En realidad, lo ocurrido sólo se entiende si se toman en cuenta sus elementos políticos, que han impuesto frenos inconcebibles y sectarios al progreso en una sociedad tan adelantada como la catalana. Porque el largo apagón de Gerona se debe, en fin, a que esta provincia no está en red con los territorios de su alrededor sino que forma un cul-de-sac que linda con la frontera francesa y con el Mediterráneo.

Precisamente para evitar el riesgo que ahora se ha demostrado cierto, los sucesivos gobiernos españoles y el Gobierno de la Generalitat en tiempos de Pujol apostaron por una conexión de muy alta tensión (MAT) con Francia, que se negoció en su momento con París. En declaraciones a la prensa, el director general de Endesa Red explicaba ayer que desde hace más de diez años su compañía tiene planes para que Gerona "deje de ser la zona con más riesgo eléctrico de la península". "Tenemos los proyectos, los presupuestos y la voluntad de llevarlos adelante, pero sin la MAT y sin los permisos necesarios no podemos hacer nada". En otras palabras, mientras persista la oposición sectaria a la MAT, una línea de 400 kv que permitiría a Endesa construir cuatro subestaciones y dos líneas de distribución, el riesgo se mantendrá.

Las responsabilidades políticas mencionadas no son en modo alguno abstractas; en los últimos años (el Tripartito data de 2003), la Izquierda Unida catalana, allí coligada con los ecologistas (ICV-El Verts), ha encabezado la oposición a tal conexión, que supuestamente tendría un impacto medioambiental negativo. Y también Esquerra Republicana, por otros motivos, ha mantenido la misma postura. Es decir, dos de los tres socios del Tripartito se han opuesto a interconectar eléctricamente Cataluña con Francia. Y el PSC, que debería levantar la bandera de la modernidad y del progresismo en el principado, ha sido incapaz de imponer su criterio a la absurda negativa que proviene de prejuicios atávicos, incompatibles con la prosperidad a que aspira la mayoría de los catalanes.

Ahora los gerundenses pagan las consecuencias de aquel desmán. Con la irónica particularidad de que Saura, el líder de ICV que es además consejero del Interior, es el gran responsable directo del gran apagón. Lo incomprensible es que los ciudadanos no hayan mostrado más claramente su indignación ante tanta necedad. Pero que nadie dude de que en las próximas elecciones se tomarán el desquite: no se puede atentar impunemente contra el progreso de un país.