Hace unos días escribí un articulo diciendo que no todos los políticos son iguales. Y es que veía venir el desafecto que se está produciendo entre los ciudadanos respecto a los políticos. La encuesta del CIS ha confirmado esta intuición: los ciudadanos colocan a los políticos en el cuarto lugar de sus preocupaciones, en realidad el tercero, puesto que el paro y la marcha de la economía, que sitúan en los dos primeros lugares, son lo mismo.

En mi opinión, la encuesta del CIS debería de llevar hacer reflexionar a nuestra clase política. En esta encuesta todos los políticos, todos sin excepción, reciben un suspenso rotundo por parte de los ciudadanos. Claro que las encuestas cada cual las lee como quiere. Así, en el PP están satisfechos porque el CIS augura que si se celebraran elecciones hoy ganarían los populares, mientras que en el PSOE prefieren echar balones fuera diciendo que aún falta mucho tiempo para las generales y que la encuesta es sólo una indicación del estado de animo ciudadano al día de hoy.

Pero más allá de quién ganaría hoy las elecciones, lo verdaderamente preocupante de la encuesta es el desafecto ciudadano hacia los políticos, el que la sociedad perciba a los políticos como un problema y no como quienes solucionan los problemas. Este dato es el que a mí me parece de una gravedad extraordinaria. Desde hace meses, los ciudadanos asistimos al espectáculo ofrecido por el PP, donde priman la corrupción y la lucha por el poder. Rajoy se viene negando a admitir que tiene un problema con el caso Gürtel y ha apoyado a Francisco Camps presidente de la Generalitat valenciana, más allá de lo razonable. Ahora, cuentan en el PP que su líder se está alejando de Camps, que le flaquea la confianza.

Por si fuera poco, su liderazgo viene siendo cuestionado y el último asalto que ha sufrido ha tenido como telón de fondo Caja Madrid. Lo que ven los ciudadanos es un partido dividido, sin un liderazgo claro, con sus dirigentes peleándose por ver quién manda y con un caso de corrupción al fondo como el Gürtel.

El problema es que el Gobierno tampoco es el ancla donde aposentarse. Los ciudadanos han ido perdiendo la confianza en Rodríguez Zapatero y en su Gobierno, incapaces de dar soluciones eficaces a la crisis. El talante y la buena voluntad no bastan para ayudar a los miles de parados que cada día engrosan las listas del paro. Zapatero ya no convence, ha decepcionado a muchos de quienes le votaron y lo peor es que, según la encuesta, los ciudadanos no le ven como un hombre para el futuro, es decir, capaz de afrontar con éxito la crisis profunda que estamos padeciendo. Por otra parte, el Gobierno es prácticamente inexistente. Desde luego no es el mejor Gobierno de la historia reciente y, salvo algunas leyes que han provocado una convulsión, y división, en la sociedad española, el legado de Zapatero va a ser más bien escaso.

Por si fuera poco, el PSOE tampoco se libra de sus propios casos de corrupción. Ahí está la operación Pretoria, o el inexplicado caso Faisán. O los políticos hacen algo de inmediato, o cambian formas y conductas o el desafecto continuará creciendo y eso es lo peor que puede pasar, porque en ese desafecto puede dar lugar al germen del fascismo.

Es urgente que Gobierno y oposición se pongan de acuerdo en adoptar medidas que hagan más difícil, sino imposible, la corrupción y es igualmente urgente que dejen de ofrecer esos espectáculos de lucha por el poder, como igualmente es urgente que los ciudadanos cuando miren al Gobierno vean a unos ministros capaces y bien preparados con soluciones a sus problemas.

Cuanto antes se pongan manos a la obra, mejor para todos, porque lo que no deberían de ignorar es lo que los ciudadanos piensan según refleja la encuesta del CIS.