P ¿Qué es la turismofobia?
R Yo no conozco turismofóbicos. Lo que hay es una crítica social contra la colonización de la sociedad por el turismo. Se intenta criminalizar la crítica social con esta etiqueta a ciertos sectores porque se ha roto el consenso favorable al 'statu quo'. Se ha entrado en una fase de antagonismo. Quieren criminalizar la crítica social en general, hay algo de rechazo a que la ciudadanía cuestione ciertos consensos.
P ¿Es partidario de acciones de protesta como las de Arran?
R Deberían haber utilizado otras formas. Pero la única forma de que los más jóvenes visibilicen que no tienen futuro, es mediante acciones espectaculares. Con la corrección política nadie les escucharía. Si tuviésemos 20 años y su horizonte laboral, tendríamos que llamar la atención. Yo lo entiendo así.
P Aquello de los confetis soliviantó a los sectores más conservadores.
R Hubo una sobreactuación. Hay un interés en criminalizar cualquier cuestionamiento del consenso turístico. Quieren ocultar que hay una saturación turística.
P¿La saturación no es una sensación subjetiva?
R Nos ha costado dos años que Biel Barceló [vicepresidente del Govern y conseller de Turismo] reconociera que la saturación es un hecho objetivo. La masificación tiene un correlato objetivo. A diario se baten récords turísticos, tenemos las infraestructuras colapsadas, espacios naturales colapsados... Las administraciones se ven incapacitadas para garantizar el imperio de la ley, como en Ibiza. Decir que es una percepción subjetiva es una forma de negacionismo de la realidad.
P¿Les gusta cómo ha quedado la ley del alquiler turístico?
R En esta legislatura vamos a tener tres marcos turísticos distintos. El primero fueron los dos primeros años en los que se aplicó la legislación del PP, que es cuando crecieron las plazas hoteleras y las del alquiler turístico -las legales y las ilegales-. Vamos a tener un crecimiento exponencial en un periodo muy corto de tiempo. En 2015 había 288.000 plazas turísticas en Mallorca, y el techo anunciado por Barceló para este 2017 es de 435.000. Es decir, 150.000 más en solo dos años. Ha habido una actitud de ponerse de perfil y permitir que la oferta creciese sin límite. Se ha hecho política de barra libre y hechos consumados.
P¿Y ahora?
R Estamos en el segundo marco legislativo, que es el de la suspensión de nuevas licencias durante un máximo de un año. La situación mejora sustancialmente porque no se otorgan nuevas licencias y se mejoran los mecanismos de inspección. Y no se pueden pedir licencias en pisos, ni un solo plurifamiliar es legal para alquiler turístico. Ya están los mecanismos para reducir la oferta, pero se hace sobre un pecado original: el 'efecto Barceló', que es la regularización masiva de esos primeros dos años.
P Después de la moratoria los consells pueden elevar ese techo de plazas.
R Llegamos al tercer marco legislativo empezará después de la moratoria. Es un escenario que plantea muchas incertidumbres porque se podrán pedir licencias en plurifamiliares, lo que es un error histórico. Y hay una segunda incertidumbre: los consells insulares tienen capacidad para modificar el techo de plazas que ha fijado Barceló. La ley debería haber impedido aumentar el número de plazas. La tercera y última incertidumbre tiene que ver con las bolsas de plazas. La normativa implica que por cada nueva plaza, tienes que dar de baja otra. Pero los consells de Ibiza y Mallorca tienen mucha disponibilidad de plazas que podrán comprarse sin tener que dar de baja otras. Así que antes de que se ponga en marcha el mecanismo ya hay un crecimiento absoluto potencial.
P El gran argumento a favor del alquiler turístico es que ayuda a muchas familias a llegar a fin de mes. Rebátalo.
R No hay datos de cuál es el efecto de prosperidad compartida que genera el alquiler turístico. Sí tenemos datos del número de desahucios en Palma: hasta 2014 hubo decenas de miles. El porcentaje de renta familiar que tienen que dedicar miles de residentes en Balears a pagar el sobreprecio del alquiler que implica la competencia del alquiler turístico sobre el residencial, no será menor que la supuesta prosperidad compartida que genera el alquiler turístico. La prosperidad compartida genera más pobreza compartida.
P ¿No ven ni un solo beneficio en el alquiler turístico?¿Qué hay del bar de pueblo o de barrio que ha aumentado su clientela?
R Como cualquier actividad económica legal o ilegal, tiene efectos particulares positivos en personas o sectores. Pero esto no la hace lícita. La actividad ilegal de Cursach también beneficiaba a muchas personas, pero eso no la hace lícita. Si no viviésemos en una de las regiones más 'turistizadas' del mundo, si no afectase negativamente al acceso a la vivienda, si tuviese las mismas cargas fiscales que tienen otras actividades, podríamos discutir sus efectos positivos.
P En su pulso con el alquiler vacacional les han salido unos aliados incómodos: los hoteleros.
R Yo no diría que son aliados. El crecimiento de plazas de los últimos años también les ha beneficiado. Los hoteleros inventaron el alquiler turístico. Lo regularizaron bajo la figura de los apartamentos vacacionales. Son corresponsables de la masificación turística. Y sabemos que un sector de los hoteleros también está haciendo negocio con el alquiler turístico.
P La conselleria de Turismo ha habilitado un canal para que los ciudadanos denuncien pisos turísticos ilegales. ¿Usted ha denunciado a alguno?
R No, pero en Terraferida y en otras asociaciones nos planteamos si vamos a hacerlo. Estamos dándole vueltas. No es la mejor vía, y en Barcelona ha generado efectos indeseables: denuncias falsas, problemas de convivencia... Es imprescindible que exista esa vía, pero la administración no debería cargar todo el peso de las denuncias en la ciudadanía.
P ¿Por qué surge Terraferida?
R Durante la última legislatura del PP hubo una desaparición de los temas medioambientales de la esfera pública. La sociedad civil priorizó temas de lengua, educación... Por otro lado los movimientos ecologistas habían perdido el pulso de la calle. Un grupo de ciudadanos, muchos con trayectorias largas en movimientos ecologistas, que nos dedicábamos a denunciar lo que pasaba en las redes a título individual, lo empezamos a hacer de manera colectiva.
P¿Cómo se financian?
R No tenemos gastos. Nuestro presupuesto está en los 500 o 600 euros. Lo financiamos con aportaciones propias para cubrir los gastos mínimos. También recibimos algunas donaciones particulares. No aceptamos de empresas.
P Terraferida y otras plataformas cívicas como 'Ciutat per a qui l'habita' hacen una oposición más dura al Govern que el propio PP.
R No somos un partido político, así que no hacemos oposición. La comparación con el PP es injusta. Ellos son siglas que rivalizan por votos o por acceder al poder. Nosotros nos limitamos a expresar nuestro rechazo por ciertas políticas, las haga quienes las haga.
P 'En Mallorca vivimos del turismo'. ¿Qué piensa cuando escucha ese mantra?
R Que mucha gente malvive del turismo. Y si no diversificamos la economía, cada día será más difícil malvivir del turismo.
