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Entrevista

Bernat Riutort: "Matas y Bauzá han generado anticuerpos que impiden un Trump en Mallorca"

"El PP y la memoria histórica del franquismo hacen de dique que frena la extrema derecha aquí"

Bernat Riutort: "Matas y Bauzá han generado anticuerpos que impiden un Trump en Mallorca" M. Mielniezuk

Donald Trump jurará este próximo viernes el cargo de presidente de los Estados Unidos. En dos meses, el 15 de marzo, los Países Bajos están citados a las urnas. Ahí todas las miradas están puestas en las posibilidades del líder del extremista y xenófobo Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders, al cual las encuestas colocan en primera posición. A finales del mismo mes, la conservadora primera ministra británica de Reino Unido, Theresa May, planea activar el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea para iniciar el proceso del Brexit. Y ya con la vista puesta en convocar un referéndum para su salida de Europa, las aspiraciones de Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, se jugarán el 23 de abril en primera vuelta y el 7 de mayo en una segunda vuelta que, por ahora, las encuestas le garantizan. Los movimientos que marcan este calendario de 2017, los analiza Bernat Riutort (Palma, 1953), profesor de Filosofía Política de la UIB. Sin atreverse a hacer pronósticos, Riutort ve con preocupación el avance de estas tendencias ante una Unión Europea y unos partidos tradicionales que no ve capaces de conectar con la ciudadanía. Con todo, tranquiliza: no cree que la extrema derecha pueda irrumpir en Mallorca.

-Ha sido considerada la palabra del año pasado y, por todo lo que viene ahora, promete quedarse este año. Sin embargo, parece que no hay acuerdo sobre qué se entiende por populismo. ¿Cómo lo describimos?

-Es normal que no haya acuerdo, porque hay dos conceptos que hay que diferenciar. Por una parte está el populismo de la tradición latinoamericana, teorizado por Ernesto Laclau en su libro La Razón Populista y seguido por Chantal Mouffe. Este populismo sería en el que se basa Podemos, que no tiene nada que ver con este otro populismo de demagogia, de incendiar las masas y de conseguir la adhesión a un líder, que proviene de las teorías elitistas de principio de siglo XX, y que derivaron en las dictaduras fascistas. Este otro populismo sería el que está cogiendo fuerza en Europa, con Le Pen en Francia, Wilders en Holanda, o, claro, con Donald Trump en los Estados Unidos.

-Entonces, ¿no es lo mismo el populismo de izquierdas que el populismo de derechas?

-No, no es lo mismo este populismo de izquierdas. La teoría populista de Podemos se basa en articular un discurso capaz de aglutinar y meter en política a gente que, sin este discurso, no estaría. Tiene sus reproducciones en Ecuador o en Bolivia. No tiene nada que ver con este otro populismo del que se habla. Lo de Chávez, Maduro y Venezuela ya sería otra cosa. Ha habido un intento rastrero de algunos medios de mezclar todos estos movimientos como si fueran lo mismo, pero no.“El populismo de Podemos y el populismo de Trump y Le Pen no tienen nada que ver”

-Vincula la extrema derecha con el fascismo del siglo XX.

-No creo que Trump o Le Pen tengan la visión de Hitler y Mussolini, pero sí ese componente nacionalista esencialista, y este rechazo al mestizaje, a lo mixto. Parten de un principio de identidad donde las situaciones mixtas, donde hay inmigración, son peligrosas. Según ellos, la inmigración desvirtua su identidad original, que es un invento ya que no ha existido nunca. Le Pen coge la bandera de la Francia republicana cuando no tiene nada que ver, sino que recoge toda la mitología francesa, que es eso: mitología.

-¿Cómo explica que alguien con el discurso de Trump pueda llegar a ser presidente?

-La presidencia de Obama en su mayoría ha sido positiva, porque ha hecho una política de estímulo y la economía americana ha crecido y no se ha implicado en determinados conflictos como han hecho otros presidentes. Sin embargo, no ha podido dar salida a la cantidad de gente afectada por la crisis y esta gente es la que se ha enganchado al discurso populista de Trump, que hereda el discurso de la derecha americana más radical de Bush y el Tea Party pero con una nueva dimensión mucho más en clave interna.

-Del Brexit se culpó a Europa, de Trump a Hillary Clinton ¿Por qué nunca se culpa al votante, que, al final, es quién decide?

-El Partido Demócrata y los Clinton están demasiados vinculados con el establishment y, efectivamente, por eso no han conectado con la gente. En los estados claves en los que Trump ganó a Clinton, las encuestas daban una victoria a Bernie Sanders, que había conectado mejor con estas clases populares. En Reino Unido no hay que olvidar que es el partido Conservador quien convoca el referéndum, y que el partido Laborista también está muy debilitado.

-¿Pero por qué la ciudadanía cae en comprar estos discursos?

-Primero, porque están cabreados. La gente ve que sus hijos no tendrán el mismo futuro que los padres. Hay un malestar de fondo. Y luego, porque los partidos políticos y los medios de comunicación no ilustran ni educan a la ciudadanía, sino que sólo contribuyen a un espectáculo y lo convierten todo en una especie de simulacro, como lo que decía Jean Baudrillard. Al final, la democracia pierde sus principios, siguen ahí en las Constituciones y en las clases, pero se pierden del debate público. Los partidos deberían ilustrar y, sin embargo, se dedican a lo contrario, al espectáculo.

-¿La victoria de Trump impulsa a Le Pen en Francia y Wilders en Holanda o permite reaccionar a quienes les pueden parar?

-Le Pen y Wilders intentarán conectar con Trump y vender que es una tendencia dominante en el Mundo. Eso seguro. ¿Serán capaces los otros de contrarrestarlos? No está claro. Europa no ha sabido dar respuestas hasta ahora. En Francia incluso la socialdemocracia ha intentado parar a Le Pen comprándole su discurso y ha sido un desastre. Veremos. Hacer pronósticos ahora es difícil.

-¿Cómo se pueden frenar estos movimientos?

-Es muy complicado. La suerte en España es que Podemos ha canalizado el descontento e impide un movimiento así. La izquierda socialdemócrata tiene una crisis rampante en Europa, no han encontrado su suelo y encima no tienen intención de cambiar. Tampoco la Unión Europea cambia.

-¿Dónde ha fallado Europa?

-El proyecto europeo ha desencantado a todo el mundo, porque no se ha querido hacer una Europa democrática. Es una Europa de las élites, lo que impide la adhesión de la gente. En el momento en que estalla la crisis se genera un malestar y esto lo aprovechan estos nacionalismos esencialistas. La burocracia europea no tiene a la ciudadanía como interlocutor. Esta mala construcción europea sumada a la crisis ha llevado a este tipo de populismo.

“Los partidos y los medios deberían ilustrar y educar a los ciudadanos, no hacer espectáculo

-¿Podría irrumpir un Donald Trump en Mallorca?

-No creo, no creo. La política de imposición de José Ramón Bauzá y la política neoliberal que aplicó Jaume Matas han generado anticuerpos que impiden que aparezca un personaje de este tipo. Es difícil que aparezca un personaje que represente esto. En Balears debería surgir en el PP, que tiene la hegemonía de la derecha, y no parece que vaya a ser así.

-Sin embargo, en Mallorca hay racismo. Basta leer algunos comentarios por las redes sociales.

-Es cierto. Pero por ahora no veo ningún catalizador de ello. Pero cuidado, no quiere decir que no pueda surgir. No creo que la extrema derecha canalice aquí, pero podría pasar. Pero insisto, las experiencias recientes que han movilizado a la sociedad como nunca han generado anticuerpos.

-Dice que un Trump debería surgir en el PP porque tiene la hegemonía de la derecha. Entonces, ¿actúa el PP de dique?

-Sí, es así, aunque hay otro dique, que es la memoria histórica del franquismo. Para surgir una extrema derecha debería conectar necesariamente con ese discurso esencialista del pasado y, aunque no se haya trabajado como tocaría el tema de la memoria histórica, la gente tendría reticencias. Esto y que el PP copa toda la derecha, lo impide.

-En las últimas elecciones, Podemos fue uno de los partidos que entró en escena. Últimamente no escapa a la polémica.

-Es una crisis. Es normal que aparezcan problemas. Se metió mucha gente en Podemos, han sido elecciones muy seguidas y según qué temas no se han gestionado. Evidentemente debe salir quien antepone intereses personales, sino acabarán convirtiéndose en los partidos que ya había. Se tiene que gestionar bien. Si lo hacen bien pueden redirigirlo, pero evidentemente muchos ponen toda la leña en el fuego para evitar que lo resuelvan.

-A nivel nacional, Podemos también se repiensa de cara a su asamblea ciudadana de Vistalegre. Sin embargo, nadie acaba de entender el enfrentamiento entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. ¿Usted lo entiende?

-Cuando aparecieron había una visión compartida que era aprovechar lo que se llama ventana de oportunidad. Veníamos del 15-M, de la crisis, de los desahucios, de los jóvenes que tenían que emigrar. Y vieron que había que hacerlo en ese momento. Después de varias elecciones ha habido limitaciones. Ahora se separan las posiciones: por una lado, la transversalidad que defiende Errejón de intentar captar gente del PSOE y trabajar en las instituciones y, por otro, la corriente de Pablo Iglesias, que prefiere seguir muy puestos en la calle, porque no ven tanto el resultado de trabajar en las instituciones. Luego naturalmente hay también una cuestión de liderazgos y peso en el partido.

-Ya hay fecha para el Congreso del PSOE, pero, ¿se recuperará el PSOE de su abstención al PP?

-De facto nos está gobernando una gran coalición. Una vez Sánchez fuera, el PSOE no tiene otra política que ir contra Podemos. Ahora han aprobado el techo de gasto de los presupuestos del PP y después del primer paso viene el segundo. Intentan conseguir cosas, pero pequeñas, en los grandes temas aceptan. El PSOE ahora no tiene una puerta de salida. Había una crisis del régimen de la transición y ahora hay una recomposición del sistema. El PSOE trabaja en esa recomposición.

-Hemos hablado de populismo, hablemos de postverdad.

-[Ríe] La postversad es decir mentira tras mentira sin una referencia contrastable. El ejemplo más claro es Trump, que un día dice una cosa y al día siguiente otra. Seguramente no se hablaría tanto de este concepto sin Trump.

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