El obispo de Mallorca rompió el matrimonio entre el aristócrata Mariano de España y la política Sonia Valenzuela. La pareja recompone los fragmentos en los tribunales civiles y eclesiásticos, después de que el marido denunciara infructuosamente a Javier Salinas ante El Vaticano. Entretanto, se "mantiene" la "amistad íntima", según la respuesta del esposo a la demanda de anulación matrimonial.
Ahora mismo se está negociando un acuerdo de separación matrimonial entre los abogados de De España y Valenzuela, la secretaria particular del Obispo que antes fue directora general en Cort con Mateo Isern y después presentó su candidatura a encabezar la lista del PP a las generales, sin perder su condición de habitual de la crónica social. Si el matrimonio deshecho no alcanza un pacto, el juicio civil de la separación está fijado ya para el jueves 23 de junio, a tres días de las elecciones a las que pretendía concurrir la esposa.
Una vez resuelta la separación, Mariano de España -cuñado de María Salom de España- pedirá el divorcio de la mujer a la que ha estado unido durante un cuarto de siglo, antes de que sufriera en sus palabras la "brutal abducción" de Salinas. En cambio, el marido se niega en redondo a la anulación eclesiástica reclamada por Valenzuela. Esta singular petición devolvió la relación a su matriz religiosa. El Vaticano disculpa la contradicción del obispo con la doctrina que predica, y a la vez devuelve la soltería a la política mallorquina elegida por el prelado.
Por lo menos, Salinas ya no se verá obligado a esconder la alianza con la inscripción del nombre de "Sonia" que lució durante meses, en contra de sus mentiras, adosada a su anillo episcopal. También serán innecesarias las 179 llamadas entre las diez de la noche y las cuatro de la madrugada que se intercambiaron el prelado y su "amiga íntima" en apenas tres meses, 110 de ellas de más de 30 minutos de duración y tras haber pasado el día juntos. Así consta en la documentación de la nulidad.
A menudo, ver a los presuntos corruptos haciendo el ridículo ante el juez es el único consuelo a que podemos aspirar quienes pagamos sus despilfarros. Así ocurre en el escándalo del Hotel Rocamar, protagonizado por el jefe de Inspección Turística y sus tres colegas. Es admirable que el político Bartomeu Alcover efectuara "un informe sobre las tres tasaciones" del inmueble ruinoso y declare que "no examinó las tres tasaciones". A continuación, y "preguntado cómo puede ser que le pidan un informe sobre las tres tasaciones y no las haya mirado", el alto cargo de Herr Kommandant Bauzá "manifiesta que si las examinó por encima". Ustedes pagaron un millón setecientos mil euros por ese edificio absurdo. Dicho sea "por encima".
Un periodista no se considera inteligente, y a partir de ahí todos iguales. Entiendan pues la sorpresa cuando el juez confronta a José Francisco Enseñat, cuya familia y él mismo percibieron el dinero de la venta del Rocamar, con la suprema casualidad de que la "cantidad pendiente coincida exactamente con la tasación". A este fenómeno paranormal de que la valoración de una propiedad coincida al céntimo con la cantidad que precisa el beneficiario, se le llama doctrina Brokerval y es habitual en el PP.
En el escándalo primordial de la agencia de valores, una cifra cerrada con el periódico 666 se erigió en la pista de un inevitable reparto. En Son Espases se repitió el milagro, entre la cifra solicitada por Cort y la reclamada por los propietarios del solar. Los responsables del escándalo del Hotel Rocamar se hallan en excelente compañía. La clave de este caso radica en un contrato privado. Si aparece, se acabó.
Tú me colocas a mi esposa en tu institución y yo te ofrezco un momio en la mía. Así funciona la educación de élite en Mallorca. Mientras tanto, Laura Camargo ya habría recibido avisos sobre las repercusiones negativas, si se empeña en mantener su oposición radical a la Facultad de Medicina. La diputada de Podemos es profesora interina de la UIB. Escuchó palabras tan ásperas como las intercambiadas por Joan Flaquer, compañero de despacho de Mabel Cabrer, y Antoni Vera en la iglesia de Sant Miquel.
Hablando de la educación de alcurnia, este año celebra sus bodas de oro la promoción de Derecho de la universidad madrileña que licenció al banquero mallorquín Carlos March Delgado, al vaticanista de suma confianza del Papa Francisco y también local Luis Ladaria, a la alcaldesa Manuela Carmena, y a la abogada Cristina Almeida. Por no hablar del sacerdote mallorquín Alfredo Miralles, que oficiará la misa conmemorativa del aniversario. Los dos capellanes mallorquines abrazaron el sacerdocio una vez licenciados. Los compañeros de curso del nieto de Juan March Ordinas no han olvidado su frase cuando estudiaban juntos. "Yo no tengo amigos, tengo aduladores". Entonces y ahora.
El sábado antepasado, medio centenar de directivos y forofos del Atlético Baleares se congregaron para ver el Valladolid-Mallorca. Iban ataviados con las camiseta del conjunto vallisoletano, y no hace falta añadir el ánimo que les inspiraba. Por extraño que parezca, esta reacción demuestra el influjo de catalizador social que corresponde al club mallorquinista. Aman odiarlo.
Deberían haber supuesto que Muhammad Alí/Cassius Clay se rindió al influjo de Mallorca, donde por cierto volvió a renegar de "mi nombre de esclavo". Boxeó, por llamarlo de alguna manera, en 1979 en el antiguo Casino de Mallorca. Las imágenes de Lorenzo lo muestran jugando al tenis en Sol de Mallorca, hoy residencia de mafiosos rusos y de hermanas panameñas de Reyes. También finge que toca el piano. Incorregible, Alí le dijo a un periodista que seguía siendo más guapo que él pese a los golpes encajados en sus combates. Vean la sencilla Un doctor en la campiña, aunque yo solo tuve ojos para Marianne Denicourt.
Reflexión dominical musculada: "Los gimnasios reconcilian al hombre con su condición primordial de simio".
