La infanta Cristina superó ayer el mal trago, el momento crucial que venía esperando desde hace casi un mes: declarar antes las tres magistradas que decidirán su futuro judicial. Al arrancar la declaración, su abogado Pau Molins ya anunció que la hermana del Rey no iba a responder a ninguna pregunta que no formulara él. Y de esta forma desmontó la intención de Manos Limpias de preguntarle sobre todas las dudas que suscitaba su intervención, no tanto en el instituto Nóos como en la sociedad familiar Aizoon. Ello permitió solo a la letrada Virginia López Negrete a leer las preguntas que pretendía hacerle, pero sin recibir respuesta. Ante el anuncio del abogado, ni el fiscal ni las distintas acusaciones formularon preguntas. Tampoco el resto de defensas.

La intención del abogado Pau Molins quedó clara desde la primera pregunta. Se separó de la inicial estrategia de que se desvinculara de cualquier gestión en Aizoon respondiendo únicamente con un "no" o un "no me acuerdo". Y así la Infanta fue mucho más explícita y posiblemente más convicente.

Desde la primera pregunta la hermana del Rey volvió a desmarcarse de cualquier gestión al frente de la empresa Aizoon. Según su versión, no tenía interés en disponer del 50% de esta sociedad, pero lo hizo "porque me lo pidió mi marido para que me implicara en sus proyectos". Recordó su visita al notario para constituir esta sociedad. Se limitó a firmar tras las explicaciones del notario, dijo.

La infanta Cristina quiso dejar claro cuál era el rol familiar de su marido y el suyo propio. Iñaki Urdangarin se dedicaba a las cuestiones financieras y económicas. Ella, a su trabajo en La Caixa y a sus obligaciones institucionales con la Casa Real. "De nuestros hijos nos encargábamos los dos".

No tardó mucho tiempo la Infanta en salir en defensa de su esposo. "Confío en mi marido y en su total inocencia. Actuó siempre por las indicaciones de sus asesores".

Su abogado tuvo que entrar en ciertas cuestiones de índole familiar para aclarar las responsabilidades que se habían repartido entre ella y su marido, y sobre todo para justificar que nunca se preocupara, ni tampoco participara, en ninguna gestión de la sociedad Aizoon. Prácticamente solo sabía que era la empresa que utilizaba su esposo "para canalizar sus ingresos como asesor y consultor". Más allá, como podrían ser los ingresos y gastos de esta sociedad, o qué decisiones tributarias se adoptaban, ni lo supo, ni nunca le interesaron, aunque fuera la propietaria de la mitad de esta sociedad, afirmó la hermana del Rey.

Cristina de Borbón coincidió con lo que había dicho su esposo por la mañana. Aseguró que nunca dispuso de la famosa tarjeta de crédito que se utilizó para realizar compras de tipo familiar que después se cargaron en las cuentas de Aizoon. "Nunca dispuse de esta tarjeta ni realicé ninguna compra. La custodiaba mi marido". También señaló que se enteró leyendo la causa que se cargaron gastos como la compra de un libro o una factura de la peluquería.

Aclaró también que antes de tomar una decisión como era formar parte de una sociedad familiar buscó asesoramiento. "No tenía ninguna prohibición. Lo pregunté a Carlos García Revenga, y éste a su vez con Federico Rubio (el asesor fiscal de la Casa Real). Nunca me dieron ninguna indicación de que no pudiera formar parte de esta empresa familiar", insistió la Infanta.

Sin embargo, esta presencia en el accionariado de Aizoon no la obligaba, según su testimonio, a estar al corriente de la gestión propia de la sociedad. "Mi marido era quien gestionaba la empresa. Nunca me informó ni de los ingresos ni de los gastos de la sociedad. En esa época nuestros hijos eran pequeños y nosotros hablábamos de otras cosas", intentó justificar. "No he tenido nunca ni poder ni firma en la sociedad. Las juntas nunca se celebraron. Si firmaba las actas era porque mi marido me entregaba los documentos y lo hice por la total confianza que tenía en él", respondió en varias ocasiones a preguntas de Molins. Tampoco jamás dio orden alguna a la secretaria de su esposo, Julita Cuquerella, para que contabilizara algún gasto, ni tampoco a los asesores de su esposo para que anotaran los datos de la contabilidad, aseguró. "Nunca le he dado ningún tiqué de gasto ni he dado ninguna orden a ningún empleado o asesor de mi marido", quiso aclarar Cristina de Borbón.

También desmintió las declaraciones que realizó el notario que constituyó Aizoon, de que la intención de su marido de que ella estuviera en Aizoon era para utilizarla como escudo fiscal. "Eso no es cierto. Nadie me dijo nada. Si me lo hubieran planteado yo me hubiera negado a ello", contestó con firmeza a esta pregunta. Y la misma contundencia mantuvo cuando se le insistió en si en algún momento conoció qué tipo de ingresos o gastos declaró su marido en los años 2007 o 2008 en Aizoon y que han generado en una acusación de delito fiscal. "Nunca supe nada", insistió. También desmintió igualmente que hubiera constituido alguna cuenta bancaria en algún paraíso fiscal como Suiza o Belice: "Nunca he tenido ninguna cuenta en un paraíso fiscal. Ahora tengo una cuenta en Suiza por razones obvias. Vivo allí".

La Infanta se marchó anunciando que renuncia a estar presente durante al resto del juicio.