En unas horas se confirmará lo que ya se sabe desde hace tiempo: la infanta Cristina deberá someterse a juicio por dos delitos fiscales.
Pese a que no supondrá una novedad, el auto de apertura de juicio oral contra Cristina de Borbón quizás desate la tormenta de la renuncia.
Desde que en junio pasado el juez Castro decidió imputar a la hermana del rey Felipe VI por tres delitos, que finalmente se han quedado en dos, se han alzado voces para que doña Cristina abandone.
La duquesa de Palma y su familia ya tuvieron que marcharse de España, ahora se pide que desaparezcan de la línea de sucesión a la corona. Parece un castigo anticipado demasiado duro.
Cristina de Borbón es la sexta en el turno de posibles reyes y muchas desgracias tendrían que pasar para que su efigie acabara en las monedas de euro.
Los más puristas hablan del ejemplo que deben dar las personas vinculadas a las altas instituciones y hasta de la estética de tener una infanta acusada. Pero no debemos olvidarnos de la presunción de inocencia, aunque muchos pidan mazmorras y hasta galeras.
Sin embargo, y con Podemos a las puertas de las murallas, la tolerancia es cero para los saqueadores de las arcas públicas. Doña Cristina ha pasado de Familia Real a pariente del Rey y puede acabar de familia lejana, aunque ella sea la misma.
Los duques de Palma pasarán unas malas Navidades y tendrán un peor 2015. Solo el futuro sabe si Iñaki Urdangarin acabará, en unos años, en prisión.
