La pieza separada Nóos se zampó al caso Ópera, que ha estado tres años congelado. El tiempo, que todo lo cura, ha hecho reflexionar a la fiscalía anticorrupción, que ha acabado por exculpar al exconseller Francesc Fiol y al arquitecto Santiago Calatrava.

Ambos han pasado, aparentemente al margen de pactos, de imputados malísimos a simples testigos.

Mucho antes la Abogacía del Govern se bajó del carro acusador en el caso Ópera, coincidiendo con la vuelta del Partido Popular al Consolat de la Mar.

La megalomanía de Jaume Matas y su desprecio a la legalidad eran tan descaradas que se permitió pagar 1,2 millones de euros públicos por un proyecto que nunca ha aparecido. La idea del expresident y de Santiago Calatrava se vendió como la Ópera de Palma, pero, en realidad, escondía una radical y descomunal reforma de la fachada marítima, tasada en mil millones de euros.

La Ópera se frustró porque Matas perdió el poder, pero de haberse iniciado hubiera llevado a la ruina a la Comunidad Autónoma. Si ahora no hay dinero para acabar el Palacio de Congresos, de dónde iba a salir la financiación para soterrar el Paseo Marítimo, acercar el mar otra vez al pie de la Seo y levantar, en el agua, un gigantesco edificio con una cúpula susceptible de abrirse y cerrarse como si fuera una nave espacial.

Matas se ha quedado ahora solo como único responsable de aquella locura, planteada en plena campaña electoral para renovar como president. Calatrava, al que tanto acompaña la buena como la mala fama, ha sido exculpado, pese a su condición de cómplice de aquel disparate.