"No están los tiempos para subidas". La frase la podría firmar cualquier empresario, consciente de que hoy aumentar tarifas es sinónimo de pérdidas, aunque la pronuncia uno de los gestores más destacados del sector náutico, Patrick Reynés, consciente de que el sector es cada vez más sensible al precio. El vicepresidente de la Asociación de Instalaciones Náutico Deportivas de Balears se se refiere así a que llevan toda la crisis compensando las subidas de costes que afrontan sus clientes con bajadas en los amarres, pero que ya están al límite. Tantos golpes han encajado, dice, que no les queda margen para asumir más. Y vienen más: hace dos semanas el Gobierno aprobó por sorpresa una nueva tasa de salvamento marítimo que duplicará el coste de la anterior, obligando a los propietarios de barcos a pagar unos 500 euros más por barco y año, según estimación de la Asociación de Clubes Náuticos de Balears. ¿Muchos euros? Dentro de los costes de mantenimiento de un barco, podrían no ser demasiados, pero llueve sobre mojado: la subida llega después de las de otros muchos costes que afectan al naval y el turismo náutico.

Según explican en los clubes y en las patronales relacionadas con el mar, la recién reformulada tasa de salvamento se suma a incrementos brutales como los que afectaron y afectan al combustible, o los que repercuten en otras tasas, o en la electricidad o en tributos de aplicación general como el IVA. El resultado directo de esas subidas durante seis años de crisis es que la ocupación de los puertos cae sin cesar, acentuándose sobre todo en las temporadas media y baja.

Y eso que los precios de los amarres han bajado con fuerza. Según detalla el último informe anual de la Federación Española de Asociaciones de Puertos Deportivos y Turísticos, entre el inicio de la crisis en 2008 y el año 2012, los precios de cesión de amarres cayeron un 19,6% en Mallorca, mientras los de alquiler de muelles bajaban un 26%. Desde entonces la tendencia ha sido la misma, dicen en el sector: bajadas y más bajadas, sobre todo fuera de temporada alta, cuando los muelles viven niveles de ocupación menguantes.

De ahí que la tasa de nuevo cuño que el Gobierno Rajoy obliga a recaudar a clubes e instalaciones náuticas haya provocado una reacción conjunta y frontal de todo el sector. No se teme únicamente el desánimo del aficionado mallorquín, harto de soportar costes elevados en plena crisis, sino que además el sector advierte de que la nueva exigencia fiscal podría afectar al turismo extranjero: los barcos de otros países, aunque amarren un solo día, deben pagar un mínimo de un mes de tasa, unos 200 euros para un barco de 20 metros. Es decir, esos usuarios pagarán más por la tasa que por el amarre a puerto. "Hará mucho daño", resume la presidenta de la Asociación de Empresas Náuticas de Balears, Margarita Dahlberg, consciente además de que los precios de las islas son ya de partida altos.

Amarres más caros en la isla

Lo constata el propio estudio de la Federación de Asociaciones de Puertos Deportivos, que documenta que, pese a años de bajadas, los 299 euros por metro cuadrado de media de alquiler mensual en Mallorca sitúan a la isla como el segundo destino más caro de España, solo superada por Formentera, y seguida de cerca por Eivissa y Menorca. Nada tienen que ver esos 300 euros con los 53 de media que se cobran en Valencia, o los 79 de Castellón, por citar dos competidores mediterráneos directos (en el Cántabrico hay precios mucho más bajos). Y algo parecido ocurre con las tarifas de cesión de amarres, que han pasado en esta crisis en Mallorca de 2.609 euros a apenas 2.000, pero así dejan a la isla muy por encima de los 1.571 euros por metro de media española.

Por eso llueve sobre mojado: a un mercado de partida caro, afectado además por subidas ligadas a la actividad náutica como la del combustible o los tributos, se le aplica ahora una nueva tasa de salvamento que pone en ventaja a la competencia extranjera. De ellose avisa en un informe sobre la náutica del Observatorio Turístico de Palma, que afirma que "los precios de los amarres constituyen el punto más debil de los servicios portuarios de Palma, en especial cuando se comparan con los de otros países". Y aportan datos: un amarre de 40 metros en la isla sale por 1.500 euros, frente a los 300 euros que pagan en Córcega. Y Córcega no está tan lejos. Como no lo están Croacia, Túnez, Malta o la costas gala e italiana, donde la fiscalidad es menor. Y no la suben.