“Hemos hecho caja, no ha quedado nadie en el andén, y no hemos pagado ninguna hora extra”. Así celebra en Twitter José Ramón Orta, el gerente de Serveis Ferroviaris de Mallorca, la negativa de reforzar el número de vagones de tren el domingo, para facilitar el traslado de manifestantes hasta Palma. “Creo que no lo has entendido: ¡Había buses fletados en toda la línea! [Si no] claro que hubiese quedado gente en el andén. No los has querido”, le replica el diputado de Més Antoni Alorda, que recrimina a Orta que no aplique “criterios empresariales en lugar de sectarismo”.

El alto cargo del PP siguió muy de cerca el desarrollo de la Marea verde en Palma, e iba informando de la misma en su cuenta de la red social: “No hay muchos en la manifestación que hayan votado jamás al PP. Son los mismos de siempre con camiseta verde. Ánimo, vamos bien”. Con la venia, un pequeño detalle sin importancia. El martes pasado, antes de que el Parlamento validara el decreto-ley del TIL, tres diputados del PP no lo veían muy claro e hicieron saber su incomodidad a la portavoz del grupo, Mabel Cabrer. Entonces se montó un pequeño receso con el presidente Bauzá, que les tranquilizó y ya pudieron votar en conciencia. Es lo que tiene la naturaleza ibicenca ‘popular’, al contrario que en el cuento de Pedro y el lobo, la ‘matanza’ solo es un amago y nunca llega a producirse.

Hablando de Cabrer, en medio de las declaraciones incendiarias que tanto han avivado esta polémica, es menester hacer un alto sobre su valoración ayer del 29-S. Hábil y diplomática, la portavoz del PP contribuyó a no encender más los ánimos, y aparcó el discurso de la mayoría silenciosa por frases como “en el PP tomamos nota”, o “una manifestación tiene que escucharse”. Aunque Cabrer -“la más lista de toda esta tropa que nos comanda”, un exconseller ‘popular’ dixit- no se desmarcará del discurso oficial, no necesita que nadie le enseñe a hacer lecturas políticas.

Tras la histórica marcha de protesta contra Bauzá y su forma de gobernar, los cargos del PP balear se dividen en tres grupos: Los que, como Orta, menosprecian la repercusión política porque los que salieron a la calle “son de izquierdas”; los que en petit comité reconocen que “hubo muchísima gente, más de la que pensábamos”, y los que abiertamente admiten que fue un éxito y convendría hacer alguna reflexión.

Gómez y su lío de porcentajes

Vayamos por partes, pues. El vicepresidente Antonio Gómez se sitúa con sus declaraciones ayer en IB3 Ràdio en la cúspide del primer grupo. Si nos permite un apunte, para la próxima que sus asesores le calculen mejor los números, ya que se lía incluso cuando son a su favor: “El forestal” -así le llaman con sorna varios alcaldes de la Part forana, por su profesión de agente de medio ambiente- afirmó que las decenas de miles de personas que se manifestaron el domingo “no representan el sentir popular”, ya que la participación “fue en torno al 7% de la población total, y el Partido Popular, en las urnas, recibió un apoyo de más del 18% del censo electoral”.

Aparte de que Gómez “mezcla peras con manzanas”, que diría su compañero el teniente de alcalde de Cort, Julio Martínez, por equiparar los datos del padrón con la cifra de personas con derecho a sufragio -mucho menor-, el número 2 del Govern también yerra con los porcentajes. El PP obtuvo el 26,8% de los votos sobre el total del censo electoral, que es bastante más del 18%. También matizar que el vicepresidente habla del 7% sobre un millón de habitantes porque se basa en los datos de seguimiento (70.000 personas) facilitados por la Delegación del Gobierno, que controla él mismo y el Consolat.

Por cierto, sobre las nueve de la mañana de ayer, Gómez era entrevistado por la periodista Mònica Terribas en Catalunya Ràdio, pero minutos antes Balears se quedó sin señal, tampoco de TV3, lo que disparó las alarmas entre ciertos oyentes. Tranquilidad, parece que todo se debió a problemas de mantenimiento de repetidores, y no a extraños boicots.

Nos saltamos el segundo, y pasamos al tercer grupo. Según informa nuestra compañera Magdalena Serra, el alcalde de sa Pobla, Biel Serra, aseguró ayer que la manifestación “es una lección de la sociedad que tiene que servir para que el Govern haga autocrítica y piense qué ha hecho mal hasta ahora”. El político conservador afirmó además que “el pueblo se ha pronunciado sobre lo que quiere, saliendo a la calle pacíficamente y pidiendo un cambio en la aplicación el TIL”. Serra defendió que “es una forma de manifestarse sobre su voluntad, igual de legítima que votando en las elecciones”. Misilazo a Gómez. Por último, el alcalde apeló “al dialogo” y a que “el entendimiento entre Govern y comunidad educativa llegue cuanto antes, para que se retomen las clases”. No es extraño que Serra hable de este modo, con la cantidad de poblers que hubo el domingo en Palma.

Así es como llegamos a los ‘populares’ que por lo bajini se sinceran, eso sí, previo ruego de que se proteja su anonimato: “Nos guste o no, la manifestación fue un éxito, todos sabíamos que iría un gentío, pero de ahí a más de 80.000 personas, ninguno se lo esperaba”. Habló el mismo domingo por la noche un cargo local del PP que no es Jeroni Salom, aunque visto lo visto, bien pudiera serlo. Los pronósticos del de Binissalem, que vaticinó que sería la protesta más multitudinaria que ha vivido Mallorca, se han cumplido a rajatabla.

En la segunda de las reuniones internas convocadas entre otros por Salom, en las que el aparato del PP balear intentó apaciguar la tímida revuelta ‘popular’ de la Part forana, se escucharon muchos reproches de alcaldes sobre cómo se había gestionado desde el Govern la crisis abierta por el TIL. “Tenemos a nuestra gente cabreada, hay malestar en las asociaciones de padres”, repetían los munícipes ante una consellera de Educación, Juana María Camps, que acudió a “explicar un rollo técnico” sobre el TIL, relata uno de los asistentes. “Todo esto es muy bonito y está muy bien, pero el problema que tenemos nosotros es la presión de la gente en nuestros pueblos”, se quejó el alcalde de Felanitx, Biel Tauler. Entonces, su homólogo en Andratx, Llorenç Suau, dio su particular visión del conflicto, dejando a todos sus colegas asintiendo: “Esto es como en Vietnam, nos hemos metido en una batalla sin saber adónde nos conducirá ni cómo salir, y ahora nos salen ‘chinos’ de por todos los lados”.

Viniendo la definición de alguien tan disciplinado como Suau -fue de los que votaron en contra de la moción de rechazo al TIL en su Ayuntamiento, aunque se aprobó gracias a su socia del Pi-, normal que los otros se quedaran sorprendidos. Suau también espetó a la cúpula que él no era partidario de dar un paso atrás, por la mala imagen que supone tener que ceder, pero que el Govern tenía que hacerlo porque no le quedaba otro remedio.

La prédica del obispo se desoye en casa

Aunque comedido como manda el estilo Vaticano, nadie duda de que el obispo de Mallorca se ha posicionado públicamente a favor de la causa de los docentes. Sus palabras han irritado a bastantes profesores de los colegios diocesanos, cuyos dos prohombres al parecer se han afanado para que la huelga tuviera el mínimo impacto posible. Se ve que para algunos el sermón de Javier Salinas solo debe aplicarse de puertas para fuera.