Hay corruptos confesos, y corruptos sentenciados -no se sabe qué es peor-, por mucho que intenten jugar al ridículo despiste. Jaume Matas ha pasado un buen verano en su apartamento de la Colònia de Sant Jordi, amenizado con excursiones a otros pueblos de la isla, como Sóller, donde fue recibido por el alcalde Carlos Simarro con honores de presidente del Govern. Quizás alguien del PP debería recordarle al solleric que el presidente de su partido y del Govern, José Ramón Bauzá, tardó segundos en ordenar la retirada del cuadro de Matas de la capilla del Consolat, un deshonor que el interesado no piensa perdonar a su sucesor. Claro que al farmacéutico le importa poco, también hay que decirlo.

Aunque el expolítico del PP se exhibe por Mallorca como si fuera un inocente corderito degollado perseguido injustamente por la Inquisición, no hay que olvidar que el Tribunal Supremo le ha condenado "como autor de un delito de tráfico de influencias a la pena de nueve meses y un día de prisión, multa en cuantía de 6.000 euros y, en caso de impago, a una responsabilidad personal subsidiaria de un mes e inhabilitación especial para cualquier cargo electivo por tiempo de cuatro años, seis meses y un día".

Matas ha disfrutado durante sus vacaciones -¿de qué vive?- con sus salidas en barca y las paellas dominicales del conocido restaurante de debajo de su casa. Él mismo las ha ido a recoger, sin temor a ser insultado al cruzarse con comensales y paseantes, como sí le ocurre en otros lugares de la isla.

Un empresario colonier avispado tiene la explicación al fenómeno: "Matas se siente cómodo en la Colònia, sabe que no le gritarán por la calle como en otros sitios, y por eso viene tranquilo. Cuando fue presidente hizo el paseo marítimo o el centro de interpretación de Cabrera, invirtió mucho dinero, por lo que bastante gente de aquí piensa ´todos los políticos roban, pero al menos éste ha gastado en el pueblo´. Y por eso no le dicen nada". De todos modos, algún que otro incidente verbal también ha tenido Matas allí este agosto, en la explanada del puerto.

A la espera de que termine entrando en prisión, cuando acumule una segunda condena, el expresidente de Balears saca pecho tras el fallo rebajado -que no absolutorio- del Alto Tribunal español. El mismo en el que -ella sí dentro de la cárcel- tiene ahora la mirada puesta su antigua aliada política (a veces también rival) Maria Antònia Munar.

La expresidenta del Consell de Mallorca cuenta los días que le quedan para que los magistrados del Supremo revisen en casación su recurso por la primera sentencia del caso Maquillaje, que la condenó a cinco años y medio. La vista será el próximo 19 de septiembre.

Si finalmente los jueces consideran que hay que bajarle o incluso revocar la condena inicial -por desviar dinero público del Consell a una productora televisiva cuya propiedad compartía con Miquel Nadal-, ello podría implicar su excarcelación hasta que el mismo Tribunal Supremo revisara su segundo recurso por Can Domenge. La cárcel se está haciendo muy dura para Munar, que ha depositado todas sus esperanzas en Madrid, como hizo Matas, aunque saber si correrá la misma suerte es una incógnita.

La diputada ´indignada´ hablará de la nueva forma de hacer política

El azote de Francisco Camps primero, y de Alberto Fabra ahora, disertará el próximo miércoles en Palma sobre Nuevas formas de hacer política. La diputada valenciana de Compromís Mònica Oltra, conocida por su vehemencia parlamentaria y sus rifirrafes con el presidente de la Cámara Juan Cotino, por llevar camisetas reivindicativas en los plenos, acudirá al Club de este diario invitada por MÉS. La parlamentaria apoya a la coalición balear, que para difundir el acto ha colgado en Youtube un resumen de sus intervenciones más polémicas, como cuando espetó a un alto cargo ´popular´ "mis camisetas me las pago yo, no como los trajes" del expresidente Camps.