Tras dejar en febrero de 2011 el PP balear, al que se había afiliado en 1991, enfrentado a la línea más españolista que se imponía bajo el mando de Bauzá, Jaume Font (Sa Pobla, 1961) creó la Lliga Regionalista que, junto a Convèrgencia per les Illes del exuemita Josep Melià, fue el germen de Proposta per les Illes cuyo primer congreso se celebró el pasado mes de marzo.

¿Hace mucho frío fuera de la política institucional?

—No, en absoluto. Se vive como la mayor parte de los ciudadanos, con problemas que tienen que ver con tu trabajo y tus relaciones. Una vida normal y, en según que cuestiones, si me apura, más relajada.

Pero su objetivo es volver.

—Es una cuestión de que los ciudadanos crean en un proyecto político nuevo. Si no ocurre así, no pasa nada. Estoy convencido de que Balears necesita un partido de aquí, que se dirija desde aquí y que haya aprendido de los errores del pasado para que los ciudadanos vuelvan a creer. Pero no tengo ninguna obsesión con eso.

Un partido nuevo con caras nada nuevas.

—Un partido totalmente nuevo, con estatutos nuevos y planteamiento ideológico nuevo y con mucha gente que no ha estado nunca en política. Es evidente que yo, que puse en marcha un partido hace dos años y siete meses, no soy nuevo en política. No lo escondo.

No es sólo usted. Melià, exlíder de UM, y el expopular Antoni Pastor son las otras dos caras más visibles del partido. ¿No quita esto credibilidad?

—Un partido que tiene un órgano de dirección formado por 34 personas de las cuales son conocidas tres, es un partido realmente nuevo. Nuestro empeño y trabajo está en hacer ver que es posible una forma distinta de gobernar en donde el diálogo, la transparencia y el respeto sean lo que impere. Si la sociedad apuesta por ello, fantástico. Si no, no pasa nada.

¿El diálogo, la transparencia y el respeto no forman parte del actual Govern?

—Lo que está claro que no existe es el diálogo. Llevamos seis años desde que se inició la peor crisis de nuestra historia, en la que hemos visto que ponerse de acuerdo en temas claves era una cuestión de emergencia, y en todo este tiempo nadie ha tenido la fuerza para conseguir este diálogo. Me refiero a gasto sanitario, en dependencia, modelo educativo.... En temas de financiación estamos a la cola de España y los partidos que forman el arco parlamentario no han sido capaces de llegar a un solo acuerdo porque no tienen capacidad de diálogo. Ni en situaciones de emergencia saben darse la mano porque se mueven por intereses partidistas. Eso es lo que ven los ciudadanos.

También ven la corrupción, entre otras cosas.

—Hay muchas cosas que han afectado a la credibilidad de los políticos, tanto en Balears como en España. La corrupción es una de ellas. Por eso digo que hay que reconocer los errores y hacer las cosas de otro modo. Esto es algo que la misma sociedad va a imponer,. La garantía de la democracia es el voto de los ciudadanos.

El voto de los ciudadanos es el argumento que presenta Bauzá como aval para políticas tan discutidas como la lingüística.

—El que una mayoría social te apoye implica una gran responsabilidad. No puedes gobernar solo para los que te han votado, porque eres el presidente de todos. Por lo tanto, una mayoría absoluta no te ampara para modificar aquellas cosas que generan un consenso, tranquilidad social y progreso adecuado. Hay cuestiones que hay que saber no tocar y en todo caso, si afectan a una amplia mayoría de la sociedad debes consensuarlas.

Su discurso recuerda mucho al de UM, partido del que procede parte de la militancia y de los dirigentes del PI, y cuyas siglas reflejan la corrupción política.

—El PI es un partido nuevo, con un planteamiento de partido de aquí con representación en todas las islas, algo que no tiene por ejemplo el PSM. Es evidente que hay personas que vienen de otros partidos, pero la Lliga no es una coalición. El PI no hereda nada de los partidos de los que venimos sus integrantes. Además, el 90% de los militantes no vienen del PP o de UM. Hay gente que estuvo en el PSM o cerca del PSOE. La mitad de nuestros afiliados no ha militado nunca en ningún partido.

¿Qué aspiran a conseguir?

—Un partido, como puede ser Coalición Canaria, que tenga representación en las instituciones de Balears y en Madrid, de tal modo que con uno o dos diputados sea capaz de lograr que Madrid entienda que sólo podemos seguir siendo solidarios si la máquina económica en Balears no se para. El estrangulamiento que estamos teniendo con la financiación está parando la máquina. No hay una sola medida de ayuda a la pequeña y mediana empresa en Balears, porque el Govern no tiene dinero. Si cada año aportas cerca de 3.500 millones de euros al Estado y cada año haces un agujero de más de 400 millones de euros y te vas endeudando, llega un momento en el que te estrangulas y te quedas sin capacidad de ayudar al que más sufre, que es el obrero y el pequeño y mediano empresario.

¿La apuesta por el concierto económico no es poco realista?

—No queda más remedio y es posible lograrlo puesto que otras comunidades autónomas lo tienen. Pero hasta que llegue, tenemos margen para actuar. Siempre hemos tenido buenas palabras desde Madrid, pero son ya muchos años de buenas palabras. Entiendo que debe haber un principio de correspondencia, de tal modo que si eres el que más aportas también debes ser el que más recibes. Si nuestra máquina de generar bienestar y puestos de trabajo sufre y se estrangula, no tendremos capacidad para ser solidarios con otras comunidades autónomas.

Supongo que no aspirara a tener mayoría absoluta

—Lo que tengo claro es que en la próxima legislatura será necesario el diálogo para conseguir mayorías estables. Aquí esta la clave. En ese escenario, puede haber un desorden o puede haber la moderación y el diálogo que pregonamos y que puede dar la estabilidad. Estoy convencido de que el PI tendrá un resultado electoral importante, pero la clave está en que, sabiendo que no habrá mayorías absolutas, haya partidos que centren las cosas y generen un equilibrio para que se pueda gobernar con el diálogo y el consenso como instrumentos básicos.

¿Un partido bisagra?

—No. Esta experiencia ya la hemos pasado. Las voluntades populares no se pueden cambiar. Pactaremos con aquel partido con la influencia necesaria en Madrid para que la discriminación recibida por Balears a lo largo de más de 30 años sea corregida y compensada. Esto significa cosas como que la ley de régimen especial sea efectiva o una financiación nueva. Se ha terminado el tiempo de pactar cuestiones pequeñas que afectan a grupos pequeños de personas. Hay que pactar pensado en el interés general, es decir, con quien tenga influencia en Madrid.

En varios municipios se nota la presencia del PI, pero su implantación en Palma es una incógnita.

—Tenemos ahora 870 afiliados y de ellos el colectivo más importante está en Palma, con más de 150 afiliados. La estructura más grande en lo que se refiere a equipos de trabajo también está en Palma, con unas 45 personas en grupos de trabajo. Tenemos estructura en Menorca , Eivissa y 43 municipios de Mallorca.

¿Qué pesará más en el PI si de ustedes depende la continuidad del PP: la oposición a la política lingüística de Bauzá o las similitudes en planteamientos económicos o urbanísticos?

—Somos un partido de centro autonomista. En cuestiones económicas o urbanísticas le diré algunas de las grandes diferencias. El PP cree en grandes superficies comerciales y yo estoy en contra. En el ámbito turístico el PP aprueba leyes para ayudar al sector hotelero y el PI aprobaría leyes para ayudar a la oferta complementaria y el pequeño comercio. Estos son dos temas de mucho calado económico en Balears. Creemos en una sociedad en la que haya más posibilidades y el PP y el PSOE no han sabido dárselas, porque estas posibilidades necesitan que el coste insular no sea una carga. Muchas empresas no se ponen en marcha por este sobrecoste. Si no somos iguales a los que estan en la Península, ¿cómo vamos a generar puestos de trabajo? Esto no lo defienden el PP ni el PSOE.

¿Mientras estuvo en el PP imaginaba que los populares de las islas llegarían a imponer una política lingüística como la del Govern de Bauzá?

—Lo cierto es que siempre tuve miedo en ese sentido. La sensación que tuve cuando me fui del PP es que esto podía pasar. A mediados de los ochenta, con Gabriel Cañellas, se logró un consenso muy importante que se ha roto. Ha habido muchas acciones encadenadas, pero lo que más me preocupa es la situación del profesorado y la comunidad educativa. Un Govern que, a la hora de cumplir con su obligación en el ámbito de la Educación, cree que con su mayoría absoluta puede hacer lo que esta haciendo y tener a la mayoría de los que deben impartir la enseñanza enfadados y amenazándoles, demuestra una importante falta de responsabilidad a la hora de gobernar. Se está imponiendo una serie de cosas a toda la comunidad educativa sin ponerse en el sitio de quienes están padeciendo a la hora de aplicarla. Este cóctel es igual a fracaso. Esto deberemos arreglarlo obligatoriamente.

Como mínimo tendrán que esperar dos años.

—No quedan dos años. Sólo quedan 21 meses y tres semanas. No soy futurólogo, pero todas las encuestas indican que el arco parlamentario no será de mayorías absolutas.

¿Tiene ganas de humillar políticamente a Bauzá?

—No, en absoluto.

¿Por qué será que no le creo?

—Tocaría creerme porque usted me ha visto actuar muchos años. Creo en la política para arreglar las cosas, no para pasar cuentas. Respeto que Bauzá piense distinto que yo. Es el president de la Comunidad y le respeto. A los adversarios nunca les he deseado nada malo. A la gente que tiene deseos de humillar hay que apartarla. En mi vida no cabe el rencor, entre otras cosas porque esta sería una sociedad oscura y yo quiero una sociedad con mucha luz.