— ¿Qué es ´proyección universitaria´?

— Es difícil de decir, es un vicerrectorado variopinto y pajarero. Tenemos las competencias de imagen institucional, información y comunicación, cultura, servicio lingüístico, ediciones UIB, cátedra Ramon Llull, Xarxa Vives... La imagen de la Universitat está muy devaluada exteriormente y autodevaluada. En plan cachondeo, yo digo que a veces el ´qué hay de lo mío´ funciona, pero en épocas de crisis hay que dejar de lado esa idea de territorialidad. O vamos como una piña o nos hundimos, y hablo en general, no digo que la Universitat esté en peligro. Yo estoy intentando que todas las secciones del vicerrectorado funcionen como una piña y hago más reuniones internas que externas. Creo que es importante que hagamos autocrítica también.

— ¿La proyección también es más allá de nuestras fronteras?

— Intentamos proyectarnos culturalmente, aunque no tenemos muchos productos, a parte de la Coral y el LADAT de Montes de Oca, que ya tienen mucha proyección. Ahora me estoy moviendo con el Institut Ramon Llull para avanzar en este sentido.

— Me imagino que se trabaja para que la UIB sea referente cultural aquí, en las islas, algo que no se ha conseguido.

— No, estamos trabajando en eso también. Hemos hecho muchas cosas, pero a veces tengo la sensación de que no hemos consolidado ninguna. Hay instituciones que siguen apoyándonos a nivel económico, pero si ahora nos retiraran en un 100% la financiación no se nos echaría mucho de menos. Nos tenemos que hacer imprescindibles. Este año haremos varias pruebas para ver si lo conseguimos. Se ha recortado en muchas instituciones y en algunas cosas la Universitat tiene que ocupar el sitio que le corresponde. Aunque tiene que ganarse ese espacio.

— ¿Estando en un sitio como Mallorca, la Universitat d´Estiu no deberían ser un polo de atracción brutal? ¿Un referente a nivel nacional?

— Sí, creo que no se ha aprovechado el tirón de Mallorca como lugar docente y de formación en verano. Le estoy dando vueltas a algunas cosas, como enseñar lenguas. Pero claro, nosotros no tenemos los recursos para ser la Menéndez Pelayo, y no pretendemos competir con ella. Aquí nos han quitado parte de la financiación, antes nos apoyaba Bancaja. El Consell de Mallorca ha reducido la aportación, pero sigue ayudándonos y yo lo agradezco. También en terminología y en cuestiones de catalán la dirección general de Cultura nos sigue dando financiación; menos, pero nos apoyan y la relación es fluida.

— Algunos pensarían que se retiraría toda la financiación para todo lo que huela a catalán.

— Podría pensarse eso tal y como han ido las cosas. Pero en mi opinión no creo que sea operativo todo lo que se ha hecho sobre la lengua. En lo que se refiere a determinados puntos de catalán que afectan al vicerrectorado no he tenido problemas, aunque se haya reducido mucho el presupuesto, la relación es fluida.

—¿Antes de tocar cuestiones lingüísticas, el Govern debería consultar a la UIB?

— Estatutariamente somos el órgano consultivo. No es vinculante la decisión, pero deberían sernos consultados, aunque sea por deferencia. No que nosotros mandemos los informes porque creemos que los tenemos que mandar.

— La rectora hizo un manifiesto por el catalán que sentó muy mal en el seno del Govern. ¿Cree que eso les ha perjudicado?

— La Universitat tiene que defender lo que cree que es competencia suya y como máxima institución docente e investigadora de la comunidad tienen que decir lo que piensa. Cómo se recibe eso, que cada uno lo reciba como quiera. Había que decirlo. Estatutariamente es así. La Universitat tiene que defender la cultura de nuestras islas en el sentido más amplio del término, y la lengua es una de las bases.

— El director general de Universidades vio "intenciones ideológicas" en el comunicado que envió la rectora a los trabajadores sobre un posible retraso de las nóminas el mes pasado.

— Se ha malinterpretado el mensaje. Este Govern hace un esfuerzo para ingresar la transferencia nominativa en un porcentaje muy variado, ahora creo que está en el 100%, pero ahora da la orden de ingreso el último día del mes. La Universitat adelantaba el dinero de las nóminas esos tres días, pero en este momento no tenemos remanente para hacerlo. La rectora quería avisar a la gente de que se cobraría día 1 o día 3. Yo tengo la nómina en otra entidad que no es Sa Nostra y cobré el día 4. Era para avisar sobre todo a aquellas personas que tienen hipotecas.

— ¿No les sorprendió un poco la dureza de Deyá en aquella rueda de prensa contra la UIB?

— A mí me sorprendió, la rectora prefirió dejarlo estar. Miquel Deyá es muy visceral, pero lamento que malinterpretara el mensaje. Nosotros sabemos que el Govern ha hecho esfuerzos para que se nos siga ingresando la transferencia.

— Dijo que la UIB podría ahorrar quitando vicerrectores.

— Eso es una impresión suya. Los que estamos vamos saturadísimos, yo llevo 50 millones de cosas. La historia no es tanto el número de vicerrectores, sino el número de cargos intermedios. Hay universidades con 8 vicerrectores, 8 gerentes, otros tantos delegados... Me gustaría saber en las administraciones públicas cuántos cargos intermedios hay. Nosotros no tenemos. Hay dos vicegerencias, pero es lo mínimo. En la Universidad del País Vasco son ocho. Somos los primeros en adelgazar cosas, pero quitar vicerrectores... yo creo que no sobran.

— Me imagino que se habrán reducido sueldos de altos cargos.

— Sé que el anterior equipo pidió una rebaja del complemento de vicerrector y el ministerio les dijo que no porque viene marcado por BOE. Hay veces que los medios de comunicación dicen que la Universitat no da los datos de cuánto cobran la rectora y vicerrectores. Pero a ver, mira, mi sueldo base como profesora titular son mil y pico de euros. Luego te tienes que currar los sexenios... El sueldo varía según la productividad investigadora. Mi complemento como vicerrectora no llega a los 500 euros al mes. Creo que hay una ligera campaña de descrédito hacia la universidad pública.

— ¿En qué percibe esa campaña?

— Divulgando un poco la imagen de que somos endogámicos, un poco vagos... Pero nadie pasa tantos filtros de evaluación como los profesores de universidad. Todos los complementos autonómicos, que son para equiparar el sueldo a los funcionarios, implican pasar una evaluación, demostrar que has hecho determinadas cosas... Los sexenios es uno de los puntos de discusión del real decreto ministerial. El profesor no tiene obligación de pedirlos y luego si te los conceden o no tienen una gran cantidad de variables, depende de quien te juzga, de si tienes algún enemigo... Hay unas redes en la universidad no mafiosas pero casi. No tienen sexenios todos los que se lo merecen, y algunos de los que tienen quizás pueden ser puestos en cuestión. Además, se intenta desprestigiar con cifras incorrectas. Hace poco leí en un medio que la UIB tiene 46 grados y 6.000 alumnos, cuando en realidad tenemos 22 grados y 16.000 alumnos. Esto genera la opinión de que sobran grados. Y no es así. Me preocupa el desconocimiento sobre la realidad universitaria.

— El primero que dio unas cifras equivocadas sobre las universidades fue el ministro de Educación, José Ignacio Wert.

— Me quedé tan sorprendida la primera vez que le oí en una intervención... dejémoslo ahí, me guardo mi opinión personal.

— Los rectores le dieron plantón.

— Fue algo extraordinario. El ministro les convocó sin posibilidad de hacer ruegos y preguntas, lo que invalidaba la reunión. Ahora la Conferencia de Rectores está potenciando mucho la comunicación de forma unitaria y las universidades tienen una comunicación más fluida.

— Una de las medidas planteadas por el ministro es aumentar las horas de docencia a los profesores que no hagan investigación. ¿Esto es así de sencillo de plantear y aplicar?

— Nosotros somos personal docente e investigador, PDI, y dedicamos parte de las horas a dar clase y otra a investigar, porque se nos que investiguemos y resultados. Hay un cómputo de horas docente, pero ahora el Espacio Europeo ha cambiado la manera de enseñar con los créditos ETC, que implican más trabajo autónomo del alumno, pero no tiene en cuenta que implica también más horas de trabajo para los profesores, de tutorías, correcciones, preparación de clases... Hay muchas leyendas urbanas sobre el trabajo de los profesores, como que en julio ya empezamos vacaciones cuando es uno de los meses de trabajo más potentes. Tenemos vacaciones en agosto. Que luego haya gente que aparezca o desaparezca ya es una cuestión en la que no quiero entrar. Están dándose situaciones un poco frívolas. No por hacer legislaciones rápidas van a ser mejores. Hace falta dialogar y conocer un poco la realidad

— Es profesora de ´letras´ ¿Teme por la pervivencia de las carreras que no producen ´nada´? ¿Que el Plan Bolonia arrase con los estudios que no aportan nada en términos utilitaristas?

— Soy muy reivindicativa en este sentido. Lo que pasa es que en las carreras de letras no tenemos patentes ni generamos ´spin off´, pero no todo tiene que tener una utilidad material. La ciencia no es sólo la ciencia científica, es la transmisión de conocimiento. El otro día por la radio me sorprendió escuchar a un exportavoz del Partido Popular diciendo que la crisis es económica y también de cultura, y que eso no lo van a resolver las ciencias, sino las humanidades, dijo. Es eso. Estamos en una crisis de pensamiento y todo lo que dábamos por supuesto se ha transmutado y el concepto de utilitarismo es demasiado material. Las Humanidades tienen una utilidad impresionante. Aunque nos digan que los de Humanidades ingresamos muy poco a las universidades, en ingresos por docencia son las de Ciencias Sociales las que más aportan.

— ¿Cómo está el nivel de salud del teatro en Balears?

— Lo sigo poco, pero hablando del teatro en general creo que se ha quedado un poco atrás, por temas de tecnología y puestas en escena. Los recortes de subvenciones afectan, pero eso no quiere decir que no haya que reconducirlo por que no puede ser que haya compañías que vivan exclusivamente de eso. Yo no creo que la cultura tenga que ser financiada al 100%. Luego está el tema de las enseñanzas artísticas, que están en el aire porque se les ha rebajado de categoría al no considerarlas estudios superiores. Esto es una pifia con unos daños colaterales importantes: la gente no sabe qué estudia, bajan las prescripciones y ya tienen la excusa para bajar la financiación. Hay que reivindicar los estudios artísticos superiores dentro de la universidad.

— ¿Las sesiones del Parlament son teatro puro?

— Claro, en política, y se ve en todos los debates de cualquier ideología, el guión es siempre el mismo: yo he recibido, tu no haces... Para que una obra teatral avance se tienen que dar dos condiciones: que haya dos espacios enfrentados, que los hay, y que se produzca un trasvase de uno a otro. Si en Romeo y Julieta sólo hubiese conflicto entre familias todo el rato sería un rollo, la obra avanza cuando algo de un espacio puede pasar al otro. En política, son espacios paralelos y no hay trasvase, no hay estructura de cambio y la gente se desencanta. No hay diferencia entre ver un debate parlamentario o un programa del corazón en plan Sálvame. Es la misma estructura.

— ¿La política es tragedia griega o teatro del absurdo?

— Es que el teatro del absurdo tiene su lógica interna también. Estamos en un formato teatral cercano a la tendencia de la cultura amarilla. Es una fórmula televisiva. Cada uno juega un papel. Pero la gente ya está cansada de esto y de esta hipocresía. Se pierde un poco el espíritu crítico.

— Una de las misiones de la universidad debería ser fomentar el espíritu crítico. Por eso, ¿puede considerarse una buena señal que los estudiantes protesten, aunque sea contra la propia universidad?

— Sí, es una señal de que al menos hay alguien que protesta, aunque hay determinadas cosas que se podrían ver de otra manera. Pero bueno, ¿cuántos protestan? Y luego, ocupaciones aparte, ¿cuánta de esta gente es universitaria? Pero bueno, se están moviendo cosas en la UIB, como la Assemblea o la Plataforma Unitaria en Defensa de la Universidad Pública. Pero cuando damos nuestra opinión, como pasó con el manifiesto, sienta mal, aunque la universidad tiene derecho, también es nuestro trabajo.

— En la ocupación de la Conselleria había un profesor, ¿le parece algo condenable?

— Cada uno que haga lo que le parezca. Otro tema es entrar a valor si se hace de una manera o de otra.

— Coordinó un libro sobre la serie Dexter, ´Ética y Estética de un asesino´. ¿Todos somos un poco Dexter?

— Dexter es muy conservador. Es una tercera fuerza, la visión populista del deber. Es rompedor porque es un asesino en serie, pero ideológicamente es conservador porque los buenos son los buenos y los malos son los malos. Y Dexter mata a los malos que han sido perdonados por la justicia pero merecen morir. Es una visión populista de la justicia, como esos vecinos que hacen patrullas ciudadanas. En ése sentido todos somos un poco Dexter, cuando protestamos porque no se pida una fianza a algún delincuente o cuando criticamos que se deje en libertad a otro.

— ¿Cada vez hay más Dexters?

— Da miedo que lleguemos a eso debido a la crisis y otras cosas. Pasemos revista a las elecciones griegas, por ejemplo. Da miedo que la situación actual pueda conducir a la justificación de comportamientos radicales, extremistas, tanto de un lado como del otro.