—Hoy es un mal día para creer en la banca española.

—Todo lo contrario. Es un gran día porque [la intervención en Bankia] puede ser un catalizador para un cambio a mejor. No ha habido mucha suerte; se ha producido un cúmulo de circunstancias más negativas de lo normal. A grandes rasgos, la labor de Bankia ha sido positiva aunque quizá no ha sido suficiente.

—No creo que los clientes se sientan muy tranquilos.

—Quizá va a extrañar lo que voy a decir pero la salud del sistema financiero es muy sólida. Nos hemos metido en un círculo vicioso de hablar mal de España. A falta de subastar un par de cajas, y una vez encontrada una solución definitiva para Bankia, el sector financiero español va muy por delante del de nuestros vecinos. En comparación con el sistema bancario francés o alemán, el nuestro está bastante bien.

—¿Cuál ha sido el pecado de Rodrigo Rato?

—Yo he trabajado varios años en Caja Madrid y puedo asegurar que tiene grandes profesionales. Quizá la situación de Bancaja no era tan buena como se pensaba en un principio. Caja Madrid goza de una posición bastante saneada. Conseguir la salida a Bolsa fue un éxito pero por desgracia el contexto no ha ayudado.

—Muchos ciudadanos se oponen a un rescate con fondos públicos sin el castigo previo de los gestores financieros.

—A posteriori la sociedad va buscando un culpable pero muchas veces la conclusión no es tan sencilla. Muchas personas disponían de un puesto de trabajo y pagaban una hipoteca no eran malos clientes. Si no les hubieran dado una hipoteca hace siete años, habrían dicho: ´¿Qué se cree esta entidad?´ La mala gestión macroeconómica de los últimos siete años –primero se dijo que no había crisis, luego no se hizo nada y al final no se adoptaron medidas por temor a la gente– ha acabado contaminando al sector financiero.

—La excesiva exposición al ladrillo y la comercialización de productos demasiado complejos para los clientes no han sido un ejemplo de actuación.

—Toda esta crisis nos ha llevado hacia una mayor especialización, y Banca March es un buen ejemplo. Una entidad no puede hacer de todo y en el periodo del ´boom´ muchos gestores pensaron que podían ser tremendamente competitivos en muchas actividades. Hacían banca comercial, privada, de empresas, de inversiones y además poseían su propia corporación industrial. El mercado ha reconocido a los que nos hemos especializado en pocas cosas pero bien hechas.

—En este proceso de fusiones bancarias y entidades más grandes. ¿En qué posición queda Banca March?

—En el sistema español tiene encaje la banca generalista y la especializadas. En el mundo de la gestión de activos te puedes encontrar dos tipos. Por un lado, las que tienen de todo, desde un fondo en Tailandia a uno de renta variable española, como JPMorgan o Fidelity. Y luego están las boutique. No es lo mismo comprar en Carrefour que en Sánchez Romero. ¿Pueden convivir los dos? Por supuesto.

—Banca March ha creado The Family Businesses Fund, el primer fondo español que invierte solo en empresas familiares que cotizan en bolsa. ¿De qué sociedades nacionales han comprado títulos?

—Entre las españolas, Inditex, Pescanova, Prosegur, Técnicas Reunidas...

—¿Qué rendimiento ofrece este fondo?

—Lo lanzamos en diciembre y con todo lo que está pasando en los mercados, lleva una rentabilidad del 7% que no está nada mal.

—No es un buen momento para familias y empresas. Hemos alcanzado el máximo de quiebras desde que estalló la crisis.

—La empresa familiar es la mejor inversión en tiempo de crisis. Son muy resistentes, apuran al máximo, son más austeras, no les gusta endeudarse porque es el patrimonio de la familia...

—El abogado y presidente de la Asociación de Consumidores de las Islas Baleares (ACUIB), Carlos Hernández, asegura que los fondos de inversión y los planes de pensiones son los productos más tóxicos.En veinte años su rentabilidad ha sido inferior a la inflación.

—Es una visión bastante simplista. El profesor Sampedro decía que no hay que prestar mucha atención a las estadísticas porque si en África te dicen que se toman un pollo per cápita, eso significa que una persona se ha comido cuatro y tres han muerto de hambre. Con los fondos pasa exactamente lo mismo. Nosotros compramos negocios, empresas que nos gustan, conocemos y tienen potencial de futuro. Analizar una compañía nos puede llevar un mes de trabajo.

—Por ser una empresa familiar y cotizada en Bolsa, Meliá sería la única compañía balear en la que podrían participar. ¿Se lo han pensado?

—Nosotros estamos viendo cuándo es el momento adecuado para tomar posición en las compañías. Nos gusta comprar barato. Por ejemplo, agosto del año pasado. Fue horrible. El valor de la distribuidora de vinos alemana Hawesko, que es líder en beneficios y con planes de expansión en Escandinavia, cayó un 20% porque había pánico. ¿Qué hizo nuestro fondo Vini Catena – invierte en las mejores compañías relacionadas con la cadena de valor del vino–? Se puso hasta arriba. Fue el momento perfecto para comprar.

—¿Qué tiene el vino para resultar tan atractivo?

—Es un activo muy defensivo que se comporta muy bien cuando la Bolsa va mal. El sector del vino es un mercado que crece en todo el mundo, con una oferta limitada y mucha barrera de entrada.